El menudo argentino avisó con el control orientado de que había olido sangre. Un solo toque desequilibró a Helguera, que se vio con tiempo de rectificar y rebañar la pelota. El defensor cántabro se lanzó con todo, como corresponde a un central madridista que defiende un 2-3 en el Camp Nou pasado el minuto 90. Pero donde había un balón, encontró sólo un proyectil que le salvaba para irrumpir a velocidad de furia en el área y descargar su zurda justo antes de que Ramos se personara en el lugar de los hechos.

Cuatro toques, tres defensas burlados, locura en el Camp Nou y Eto'o saliendo disparado desde el banco para celebrar el 3-3.El argentino se limitó a besarse el escudo de la camiseta antes de ser sepultado, primero, y encumbrado, después, por sus compañeros.

La jugada encubre dos misterios: ¿A qué velocidad actuó el 19 azulgrana? ¿Por qué no sonrió cuando vio a Casillas batido? En realidad, ambas cuestiones tienen una misma y antigua respuesta.Era el año 1685 cuando Isaac Newton dio con la Ley de la Gravitación Universal. El sabio había recorrido un largo camino desde el día en que se sentó bajo un manzano hasta dar con la fórmula en que hablaba de la constante G, que determina con cuánta fuerza atrae la tierra a las dichosas manzanas. Con el tiempo, dicha constante quedó fijada en 9,81 metros por segundo al cuadrado, exactamente la aceleración que imprime Messi a sus conducciones de balón. Con un matiz: él no cae, sino que vuela hacia la portería, preso de una fuerza invisible y tenaz como la misma gravedad y que responde al nombre de gol.

Más enjundia tiene el misterio de su sonrisa ausente, de su rictus rivaldiano e infinita melancolía. En su segundo partido en el Barça, siendo Infantil B y midiendo 139 centímetros, le rompieron el peroné. Su reacción fue la misma que tuvo el pasado mes de noviembre, ya convertido en estrella, cuando se lesionó en el pie: se encerró en casa para sumirse en un llanto que duró días.

Newton da una pista para explicar tanta tristeza. Al preclaro científico se le conoció, años después de muerto, una lista de pecados confesados. Cosa seria, no crean: uno de ellos consistía en haber amenazado a su madre y padrastro con prenderles fuego junto con la casa familiar. Cuando lo escribió, tenía la tierna edad de 19 años, la misma que tiene hoy la mayor promesa del fútbol.

Si Messi redactara una relación de sus pecados, empezaría así: «Humillé a Torres y Helguera, dejé en el suelo a Casillas y Ramos...».La lista sería infinita y la expiación, imposible. En esas circunstancias es imposible sonreír, y sólo queda entregarse al peso de la Ley de la Gravedad.