Viernes, 23 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6305.
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«El mundo es una empresa, les da igual vender música o jabón»
La mítica Marianne Faithfull da una lección de divismo a la antigua usanza y alaba a Mick Jagger antes de su concierto hoy en Madrid
QUICO ALSEDO

MADRID.- Qué mal genio el de Marianne Faithfull. Y qué adorable Marianne Faithfull.

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Llega, se empieza a maquillar delante de todo el mundo para posar, y saltan los primeros flashes: «¡No! ¡Absolutely not!», truena la diva a los fotógrafos, añadiendo de propina algún taco típicamente british.

Para luego, ya en plena rueda de prensa, interpretar a la niña buena: un catarro inoportuno la está haciendo pasar las de Caín. La traductora, entre respuesta y respuesta, le da a la Faithfull temblorosas cucharaditas de miel y ella, sempiterna ex de Mick Jagger, musa del swinging London, ex drogadicta, tantas veces superviviente, sonríe y hace pucheros.

Como todos los grandes, Marianne Faithful, ángel y demonio.

Canciones de inocencia y experiencia se llama, en español, la gira que la ha traído a Madrid hoy en su única fecha española. El título, a sus 60 años cumplidos el pasado diciembre, parece exacto. Escuchen si no: «Ya estoy en el momento en que no me arrepiento de nada. Sólo de una cosa: de no haber sido más agradable con mis padres. Y ahora sé que no tengo que gustar a todo el mundo. Es, simplemente, decir: 'Estoy aquí, si te gusto vale; si no, olvídame'».

Tal vez fuera la gripe, tal vez no, lo cierto es que su voz ayer, ronca a más no poder, sonó en Madrid a conciencia: «De joven, buscaba que todo el mundo me quisiera. Ahora sé que es imposible. Aun así, tengo que recordarme cada día cuánta gente me quiere y a cuántos quiero yo. Tengo que hacer el esfuerzo».

El cáncer de mama

Y sale ya el nombre, después de que se le pregunte por el sambenito de ex novia de: «Por ejemplo, cuando me diagnosticaron el cáncer [de mama que superó el año pasado], Mick [Jagger] me llamó una noche a la una de la madrugada al hospital. Me emocionó. También me llamaron Keith [Richards], Paul [McCartney], Yoko [Ono], Roger Waters... Eso me ha enseñado el cáncer: cómo amo yo a mis amigos, y lo mucho que me quieren ellos».

Pero la Faithfull no es (sólo) nostalgia: su próximo disco lo coescribirá con Nick Cave -«ya tengo dos ideas»-, ha grabado con «Polly» (PJ Harvey), ha escuchado lo próximo de Rufus Wainright -«¡Una absoluta maravilla!»- y loa sin parar a Jarvis Cocker: «Trabaja fuera de su tiempo, mirando lejos».

Ella sabe que hoy música y entretenimiento se confunden, y «yo no estoy a favor de eso, han convertido el mundo en una gran empresa y les da lo mismo vender música que jabones. Es una mierda [la Faithfull es de taco fácil] y hay que tomar partido».

Una joven periodista le pregunta por el activismo feminista de, por ejemplo, Patti Smith: «Uh, yo soy mucho más oblicua que Patti, comprendo que en los 60 la mujer subió un pequeño peldaño, pero... Ahora tenemos a Missy Elliot, a Kylie [Minogue], que no es ninguna boba aunque sea guapa...». ¿Y no es un crimen ser guapa hoy en el negocio de la música?, le devuelve la periodista. «Oh, no, cariño, ser guapa es una suerte, siempre ha sido una suerte», toreó la Faithfull.

Más: «Cuando era joven y muy bonita, que lo fui, tengo que reconocer que no sabía muy bien qué hacía... Además, ahora soy mucho mejor artista que entonces. Ser guapa vale, pero hay que trabajar».

¿Y cómo se maneja en escena? «Bueno, espero que este catarro me deje cantar. De hecho, ahora mismo me voy corriendo a la cama, sé que tengo que hablar con ustedes e incluso me divierte, pero... ¿En el escenario? No hay que seducir, es todo hacia fuera. Sacarlo todo de dentro, mirar, no hace falta más».

Sobre su superado cáncer: «Fui muy, muy afortunada. Lo cogieron a tiempo, ni siquiera me tuvieron que radiar, lo vencí en sólo seis meses. Y tengo un mensaje para ustedes: revísense una vez al año. ¡Y los hombres, la próstata!». Ultimo crochet, al propio Círculo de Bellas Artes, donde actúa hoy: «Ya sé que actúo en un ciclo de cabaret, pero esa palabra es horrible: ¡no voy a ir en tacones altos!». Una cucharadita más, y al hotel a descansar.

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