Reino Unido pretende proteger Heathrow, el núcleo del tráfico entre Europa y EEUU, para que el aeropuerto se expanda antes de permitir el acceso a más aerolíneas.

A partir del 30 de marzo de 2008 (en lugar del próximo 28 de octubre, como estaba previsto), cualquier compañía española, por ejemplo, podrá volar entre Londres y Nueva York sin depender de British Airways ni de ninguna otra aerolínea británica y, en teoría, operarla desde el aeropuerto londinense más popular y más congestionado. Además, podría tener un vuelo Nueva York-San Francisco u otro Miami-Ciudad de México, sin ni siquiera pasar por territorio europeo.

Cielos abiertos, el pacto que la Comisión Europea y la Administración Bush han negociado durante más de cuatro años, supone el acceso recíproco de las compañías estadounidenses y europeas a las rutas dentro de sus territorios. EEUU reconoce, además, el concepto de aerolínea comunitaria, por lo que cualquiera podrá volar desde todos los países de la UE. Además, EEUU abre en algunas ciudades su programa Fly America, por el que los burócratas de su Administración utilizan, mientras sea posible, sólo compañías estadounidenses. Los funcionarios -todos menos los del Pentágono- volarán a partir de ahora también con las europeas.

Sin embargo, el Gobierno de Washington ha conseguido retrasar la negociación sobre la apertura empresarial. De momento, el tope de acciones con derecho de voto para los europeos es del 25%, aunque puedan invertir hasta el 49,9% en las compañías norteamericanas. La cuestión se retomará en verano de 2008, y, si EEUU no acepta el aumento de la inversión extranjera para 2010, Bruselas podrá suspender parte del acuerdo. «Ya que la UE ha cedido su baza negociadora más valiosa, Heathrow, el Gobierno británico debe cumplir su promesa de que retirará derechos de tráfico si EEUU no liberaliza más», insistió el consejero delegado de British Airways, Willie Walsh.

Según la Comisión, habrá 25 millones de pasajeros más en cinco años, 72.000 nuevos puestos de trabajo y beneficios extra, que deberían traducirse en la reducción de precios, de hasta 12.000 millones de euros. El mercado reforzado podría provocar, así, más fusiones. De hecho, las acciones de Iberia han subido casi un 10% esta semana ante la posibilidad de que sea más atractiva para la compra, en particular por su sinergia entre EEUU y Latinoamérica.

«No puedo hablar en nombre de la industria, pero a priori puede haber una consolidación. Es verosímil, especialmente en un momento en que la competencia funciona plenamente en el cielo europeo. La consolidación sería algo positivo», dijo Jacques Barrot, comisario de Transportes, tras la ratificación del acuerdo.

Reino Unido sería uno de los países más beneficiados, pero la obsesión del Gobierno Blair era proteger el enclave de Heathrow y el dominio de British y Virgin Atlantic, que concentran, junto con las estadounidenses United y American Airlines, casi el 40% del tráfico transoceánico.

La liberalización, según Ulrich Schulte-Strathaus, presidente de la Asociación de Aerolíneas Europeas, la mayor del ramo, es una «buena noticia para los pasajeros» y para «las comunidades en Europa, porque las compañías buscarán rutas en nuevas regiones a precios atractivos». Sin embargo, la Asociación Internacional del Transporte Aéreo, que aúna compañías más pequeñas, se quejó de un arreglo que «da a las empresas estadounidenses acceso completo al mercado interno europeo, mientras que las aerolíneas europeas sufrirán restricciones» y pidió la negociación inmediata sobre la apertura del capital de las compañías estadounidenses.

El último paso es la firma oficial de las dos partes, el próximo 30 de abril, durante la cumbre entre EEUU y la UE en Washington, aunque la Casa Blanca confirmó ayer que no tiene problemas en la prórroga de cinco meses y en renegociar la inversión en las compañías estadounidenses el año próximo.

John Byerly, el interlocutor estadounidense en las largas charlas con Bruselas, aseguró que EEUU se implicará «de forma constructiva» en la nueva ronda, pero no dio garantías de que vaya a aceptar una participación europea más alta. El Congreso, ahora en mano de los demócratas, se resiste a que no-estadounidenses controlen sus compañías aéreas.

En cualquier caso, las empresas se mueven ya para explotar la primera fase de cielos abiertos. Virgin Atlantic planea invertir más de 140 millones de euros en nuevas rutas transatlánticas desde más ciudades europeas, en particular París, Frankfurt, Milán, Amsterdam y Zúrich. Minutos después de la firma del acuerdo en Bruselas, la irlandesa Aer Lingus anunció que empezará a volar a partir del otoño a San Francisco, Washington y Orlando, y la estadounidense Continental declaró que tramitará, en cuanto sea posible, la petición de permisos para volar a Heathrow. La estadounidense Delta también dijo que su principal objetivo será el aeropuerto londinense, la fijación americana.

M.R.

BRUSELAS.- La Bolsa no engaña y ya ha decidido que 'cielos abiertos' es bueno para las compañías españolas y no tanto para las británicas. Las acciones de la española se han revalorizado en un 15,5% a lo largo de la semana, pese a que ayer se anotaron un retroceso de 0,27 puntos al cerrar a 3,69 euros.

La compañía de bandera española es una de las más atractivas para el resto del sector por sus buenas conexiones con Latinoamérica. No obstante, el acuerdo beneficiará a las aerolíneas españolas, en general, que se encuentran entre las que más notarán el cambio el año próximo, cuando entre en vigor pacto.

Los cielos desde España estaban más cerrados que la mayoría de los europeos, por eso serán los propios consumidores quienes perciban directamente los beneficios que estima la UE, tanto en empleos como en reducción de las tarifas por la competencia. Dieciséis Estados tienen acuerdos bilaterales para fomentar los códigos compartidos u operar vuelos al otro lado del Atlántico. Entre los países grandes de la UE, sólo los británicos se resistían a la liberalización para proteger a las grandes compañías y el casi monopolio de Heathrow, pero España tiene menos que preservar y más que explotar con el acuerdo. En la UE, sus competidores más directos, como Francia e Italia, ya han firmado un trato privilegiado con EEUU.

Pese a la ausencia de pacto liberalizador, las rutas españolas ocupan la tercera posición en el tráfico europeo transoceánico por detrás de Reino Unido y Francia.

Además del incremento general, las compañías españolas cuentan con las cruciales conexiones entre las dos costas de Estados Unidos y Latinoamérica, que aumentarán el volumen de negocio al otro lado del Atlántico.