Sus obras han sido traducidas a 11 lenguas, ha publicado más de 30 libretos, éstos se han representado tanto en España, como en el extranjero y no le hace ascos al periodismo. Ella es Paloma Pedrero, una de las dramaturgas más importantes de nuestros tiempos y que, sin embargo, sigue siendo desconocida por el gran público.
Además, Pedrero tiene su propia compañía, Teatro del Alma, con la que produce sus propias obras y le permite seguir disfrutando de «la maravilla de la independencia».
Pregunta.- Parece que por fin se ha empezado a reconocer la labor de las mujeres creadoras.
Respuesta.- Todavía existen diferencias de trato, que son sutiles pero que estan ahí. Para reconocer esto hay que fijarse en el apoyo que se les da a las mujeres, en su presencia en la programación de los teatros nacionales, en lo reconocidas que son sus obras y en su presencia en los libros de historia teatral. En esto último podría decirse que yo soy pionera, ya que yo he sido de las primeras en ganarme un lugar en estos libros, pero eso no te da de comer.
P.- ¿Qué significa para usted el teatro?
R.- El teatro es el centro de mi vida, llevo en esto desde que era casi una niña, el teatro y yo somos casi lo mismo... No sabría vivir sin escribir, la escritura da sentido a la vida, es una manera de luchar, es un acto de libertad personal y una forma de transformar el mundo.
P.- El amor ocupa un lugar muy importante en toda su obra...
R.- El amor debe ocupar un lugar muy imporante no sólo en mi obra, sino en la vida de todos. Yo abarco muchas formas de amor: el amor sexual, el paternofilial, a los desconocidos, ese amor generoso, que significa confiar en los desconocidos, en los marginados, etcétera.
P.- ¿De qué manera lo aborda en Beso a beso?
R.- En la obra hablo del amor erótico, pero sobre todo del primero, de ese amor inocente. Se trata de un viaje hacia la memoria, hacia ese momento en el que pensábamos que el amor lo curaba todo. Pero, como en todas mis obras, también reflejo la realidad, y es que el amor hiere y es tan agridulce como la propia vida.
P.- Despueés de haber escrito más de 30 obras, ¿hay algo que se haya dejado en el tintero?
R.- Cada uno tiene una fuente dentro y tiene que procurar que no se seque. El oficio del dramaturgo consiste en escuchar, y el sentido que más debe desarrollar es el oído. El escritor debe estar siempre observando, escuchando y, sobre todo, viviendo. Cuando no arriesgas en la vida, es difícil arriesgar en la escritura. Yo me inspiro en el presente, se trata de algo que está cambiando constantemente, del mismo modo que cambiamos nosotros mismos. El presente es el motor que hace que la escritura siga viva y se transforme. Por eso el estilo es uno mismo, lo demás son modas.
P.- ¿Qué diferencias encuentra entre el teatro que se hace aquí y el que se hace fuera?
R.- Yo creo que en Iberoamerica hay poco dinero, pero hay más pasión, y esto junto al talento es lo que hace el teatro, no el dinero. En Europa hay mucho movimiento en la escena teatral, no sólo les interesan los autores nacionales, sino que también miran fuera buscando cosas nuevas. En España, en cambio, hay mucho talento, pero estamos atravesando un momemto en el que nos dedicamos únicamente a mirarnos el ombligo y eso provoca una gran desconexión con el público.