Sábado, 24 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6306.
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¿Truco o trampa?
LA AGENCIA MUNDIAL ANTIDOPAJE ESTUDIA PROHIBIR EL USO DE LAS TIENDAS DE HIPOXIA CON ELLAS SE PRETENDE MEJORAR EL RENDIMIENDO DEPORTIVO SIMULANDO CONDICIONES DE ALTITUD
IGNACIO ROMO

MADRID.- Mientras la operación Puerto acaparaba titulares, la Agencia Mundial Antidopaje (WADA) ha anunciado su intención de prohibir en el futuro los aparatos que simulan ambientes de altitud elevada. Estas tiendas de hipoxia o cámaras de altitud simulada ofrecen la comodidad de elevar los niveles de hematíes (glóbulos rojos) de los deportistas sin el inconveniente de tener que abandonar el lugar de residencia y pasar largos periodos a una altitud elevada sobre el nivel del mar. Sin embargo, la WADA no ve con buenos ojos esta práctica. Consideran que se trata de una forma artificial de elevar el rendimiento deportivo y llevan meses estudiando la forma de terminar con esta auténtica fiebre entre los deportistas de especialidades de resistencia.

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En el caso de que se prohibieran los métodos llamados «de altitud simulada» existirían afectados de forma directa. Colorado Altitude Training es el nombre de una pequeña compañía -tan sólo cuenta con 15 empleados- que trabaja desde hace décadas con un solo objetivo: fomentar el uso de la hipoxia como medio lícito para entrenar la resistencia de un deportista. Incluso Lance Armstrong colaboró en su día para diseñar una tienda de campaña portátil en cuyo interior se respirara un aire pobre en oxígeno. Los éxitos de Armstrong popularizaron estas cámaras hipóxicas y este año cinco de los seis primeros clasificados en el Tour de Francia reconocieron haberlas utilizado.

Las llamadas tiendas de hipoxia ya eran muy conocidas en el deporte de élite en los años 90. Se popularizaron de forma rápida por la lógica de su planteamiento. El deportista se somete a un ambiente artificial de baja presión de oxígeno para que su sangre fabrique más hematíes (glóbulos rojos). En el mundillo de la alta competición, no falta quien dice que es la única forma alternativa de competir con los atletas que se inyectan EPO de forma periódica.

La realidad es que la WADA lleva ya un año centrada en la persecución de las tiendas de hipoxia. El razonamiento del organismo encargado de vigilar y dirigir la lucha antidopaje se centra en considerar que los deportistas que se entrenan y duermen en estas cámaras consiguen grandes ventajas en resistencia aeróbica (capacidad para rendir a un nivel elevado en pruebas de larga duración) y lo hacen sin ningún esfuerzo añadido. En Italia están prohibidas las cámaras hipóxicas para deportistas desde hace tres años. Fue el pasado mes de mayo cuando la comisión ética de la WADA dictaminó que la tecnología violaba el espíritu del deporte al «no requerir ningún tipo de esfuerzo o habilidad, aparte de entrar en una cámara o habitación o ponerse una máscara y apretar un interruptor».

Sin embargo, la WADA parece estar muy sola en esta cruzada y por eso aún no ha tomado una decisión en firme en el sentido de prohibir el uso de estas tiendas. La mayoría de las comisiones médicas de las federaciones deportivas internacionales se han mostrado en contra de sus planteamientos, incluido el doctor Ljunqvist, responsable médico del Comité Internacional Olímpico.

El doctor Juan Manuel Alonso, presidente de la Comisión Médica de la Federación Internacional de Atletismo, tampoco comparte la idea de prohibir las cámaras de hipoxia. «Si la razón es que son artificiales, entonces deberíamos prohibir también las máquinas de pesas o la electroestimulación ¿y por qué no la sauna?».

En relación con la posible aparición de efectos nocivos para la salud, los responsables de la compañía Colorado Altitud Training afirman que sus cámaras suman ya más de 10 millones de horas de uso. La WADA, por el contrario, indica que han aparecido ya trastornos del sueño y alteraciones metabólicas e inmunes.

Las tiendas de hipoxia tienen precios que varían desde los 4.000 euros hasta incluso 15.000 euros cuando implican habitaciones o transformaciones en una vivienda. Aparte de CAT existen otras dos compañías importantes: la australiana GO2Altitude y la neoyorquina Hypoxico.

Existen auténticos forofos de las cámaras de hipoxia. Uno de ellos es el ciclista americano Levi Leipheimer (13º en el último Tour de Francia). En su casa californiana ha instalado una tienda de campaña tan grande que cada noche duerme allí con su mujer y los tres perros. Además ha comprado una tienda más pequeña que transporta cuando se desplaza a Europa.

En España fue Juan Carlos de la Ossa el primer atleta de élite que se atrevió a reconocer que las utilizaba. Cada noche se acostaba en un ambiente que reproducía fielmente las condiciones que buscan los atletas cuando viajan a entrenarse a lugares en altitud. De la Ossa suele utilizar diferentes «altitudes» en progresión, desde los 2.000 a los 3.000 metros.

Las tiendas comenzaron a usarse en los años 90 entre los especialistas en triatlon, pero su uso ya se ha implantado en ciclismo, atletismo, piragüismo, remo y natación. ¿Cuál es el beneficio de las tiendas de hipoxia desde el punto de vista de la Fisiología del Esfuerzo? En resumidas cuentas, se trata de obtener durante el sueño todos los beneficios de la adaptación del organismo humano como si el deportista estuviera viviendo a más de 2.000 metros al tiempo que el deportista puede llevar a cabo durante el día sus sesiones de entrenamiento a nivel del mar y por tanto con mayor intensidad.

El empleo de la altitud como una herramienta más en el entrenamiento deportivo para aumentar la cantidad de hematíes arrancó en los años 60. Siguiendo un símil automovilístico, sería algo así como mejorar la calidad y la cantidad de la gasolina disponible, al tiempo que el motor sigue estando en perfectas condiciones.

En 1997 el doctor Levine -uno de los principales expertos en altitud y rendimiento físico- publicó un trabajo de investigación que se ha convertido ya en un clásico. Apareció en Journal of Applied Physiology y su título es ya un lema que se ha popularizado entre los entrenadores: «Vive arriba y entrena abajo».

La teoría de vivir en altitud y descender para entrenar inspiró al profesor Igor Gamow, que diseñó una cámara con el fin de conseguir un ambiente de presión atmosférica reducida. Esta cámara hipobárica ha demostrado ser muy útil para los alpinistas, pero no para atletas ni ciclistas, ya que desencadena con frecuencia dolores de cabeza originados por el cambio de presión. Lo que realmente se necesitaba era una auténtica tienda de hipoxia y no una cámara hipobárica, es decir, disminuir el nivel de oxígeno pero sin reducir la presión del ambiente.

El entrenamiento en altitud parece tener también sus contraindicaciones. La ironía es que la mayoría de los expertos en dopaje, incluso los más duros, están en contra de la prohibición. Y muchos apuntan con razón a una gran incongruencia: la cafeína, por su elevado uso social, ha sido despenalizada a pesar de que produce deshidratación y las tiendas de altitud están en el punto de mira. Pueden quedar prohibidas en 2007.

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