Paola Tirados empezó a nadar con tres años, enseñada por su madre. La danza en el agua la encontró más tarde, cuando era adolescente. Desde entonces, las medallas no dejan de brotar. Entrena 10 horas al día con la líder de la selección. Se conocen y reflejan los movimientos de una en otra. Fuera de la pileta, Mengual progresa en el mundo de la publicidad y la imagen. Estudió gemología, y diseña los bañadores del equipo (ayer rojos con detalles azules). Tirados se centra en sus libros. Estudia arquitectura y pretende dedicar su futuro a los planos y a enseñar natación a los más pequeños. Pero todavía tiene podios que pisar, parejas con las que competir en la exquisita batalla que es la natación sincronizada. Volverá a encontrarse con las insaciables rusas, Anastasia Davydova-Anastasia Ermakova, que ayer ganaron de nuevo el oro en otra demostración de contundencia, plasticidad y elegancia. Dicen en el Rod Laver Arena, que el silencio cuando nadan las Anastasias es de faena grande. Las consideran historia de la sincronizada, siempre cerca de la perfección. Acumularon cuatro puntuaciones de 9,9 puntos y un 10 en mérito técnico y tres 10 y dos 9.9 en impresión artística. Su 99,333 resultó imposible de alcanzar para las españolas, que sumaron 97,667, por delante de la pareja japonesa, con un bronce fijado en 97,333.

Mengual y Tirados interpretaron la misma composición con la que ganaron la plata en los anteriores Mundiales, en Montreal 2005, el tema titulado Los cuatro elementos, aunque ya piensan en los Juegos de Pekín, donde estrenarán composición. «Hemos nadado muy bien y mucho más sincronizadas. Lo podríamos haber hecho mejor, porque siempre nos podemos superar, pero estamos muy contentas con la plata. Es increíble», dijo Tirados, que lleva compitiendo desde 1999 junto a Gemma Mengual. «Esta plata te da confianza, pero no podemos despistarnos. Tenemos que seguir trabajando», pidió Tirados. Mengual no pierde la ambición: «Llevamos cinco, pero hay que lograr la sexta. Es nuestro momento».