Sábado, 24 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6306.
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El Gobierno italiano tendría amplios poderes sobre la eléctrica
J. T. D.

La italiana Enel es parte de la «solución española» a la OPA de Endesa intuida en su día por el ministro de Industria, Joan Clos. Pero ahí no termina la paradoja. Si la compañía comandada por Fulvio Conti lanza finalmente su oferta junto a Acciona, la eléctrica con sede en Madrid volverá a tener en su accionariado capital público. Pero italiano.

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Privatizada en 1998 para competir en igualdad de condiciones en su sector, Endesa podría convertirse de nuevo en una empresa semipública. El Ministerio de Economía italiano controla el 21,4% de Enel. Y es el propietario indirecto de otro 10,2%, en manos de la Cassa Depositi e Prestiti. El resto de los títulos (algo menos del 70%) están en manos de fondos de inversión, pequeños inversores, fondos de pensiones y otras instituciones financieras.

Además de la propiedad de las acciones, el Estado italiano tiene capacidad de veto sobre la entrada de accionistas en la compañía. Dicho de otro modo: Enel puede comprar las acciones de Endesa que desee, pero Endesa no podría adquirir más del 3% de Enel. El artículo 6 de los estatutos del grupo establece que ninguna entidad distinta del Estado italiano puede poseer un paquete de títulos superior al mencionado porcentaje. La compra de una participación superior requeriría el permiso del Gobierno liderado por Romano Prodi.

Falta de reciprocidad

La operación de Enel está recibiendo las críticas de algunos empresarios españoles, que se quejan de la falta de reciprocidad. Y no sólo por apertura del capital a un grupo público, con el efecto llamada sobre otros gigantes estatales que puede acarrear la decisión. En el empresariado patrio no se olvidan las trabas que Roma ha interpuesto en los últimos años a varias operaciones de envergadura protagonizadas por compañías españolas.

La más sonada es el intento de compra de la Banca Nazionale del Laboro (BNL) por parte del BBVA. La propia Endesa vio con impotencia cómo la francesa EDF le arrebataba en el último instante el control de la segunda eléctrica italiana (Edison). El ejemplo más reciente lo han protagonizado Abertis y Autostrade. El Ejecutivo de Prodi vetó la fusión, aun siendo amistosa.

A juicio de algunos analistas, la autorización de este último proyecto podría ser la contrapartida de la entrada de Enel en Endesa. A ojos de otros, no es coherente comparar las dos operaciones, teniendo en cuenta el tamaño de la eléctrica y -sobre todo- su capacidad de influencia en regiones como Latinoamérica.

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