PABLO PARDO. Especial para EL MUNDO
WASHINGTON.-
Normalmente, compran empresas cotizadas, las sacan de la Bolsa y, después, vuelven a ponerlas en el parqué. Son los fondos de capital-riesgo o, como se les llama en EEUU, private equity, y están tras un fenómeno que sólo en 2006 supuso operaciones por valor de 370.000 millones de dólares (277.000 millones de euros) en la primera economía mundial.
Su capital está en manos de socios, conocidos en el sector como HNWI (cuyas siglas en inglés corresponden a «individuos de alto valor neto»), que suelen poner entre 4 y 20 millones de euros por cabeza para entrar en un fondo.
Pero ahora eso va a cambiar. El jueves, Blackstone, el fondo de capital-riesgo más famoso, presentó su OPV en Wall Street, con la que espera obtener 3.000 millones de euros por la colocación del 10% de su capital. Sólo en los últimos cinco años, Blackstone ha acumulado una cartera de inversiones de 59.000 millones de euros, con unos beneficios de 4.500 millones. Algunos de sus fondos tienen una rentabilidad del 20% anual.
Con semejantes cifras, la OPV parece destinada a ser un éxito, lo que podría doblar las fortunas de los fundadores del fondo, Stephen Schwartzman y Peter Peterson. Ambos se han convertido en las estrellas de Wall Street.
Ahí está, por ejemplo, la reciente fiesta de cumpleaños de Schwartzman, en la que contrató como animador al cantante británico Rod Stewart para que le diera un concierto privado a él y a sus amigos.
Ahora, la fiesta se debería trasladar a los pequeños accionistas que entren en la OPV, aunque los expertos ya han advertido que va a ser muy difícil que Blackstone mantenga su rentabilidad en el futuro.
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