ADRIAN SACK. Especial para EL MUNDO
LONDRES.-
La creciente cultura de fidelidad corporativa ha sido materia de debate en los últimos años en el Reino Unido, y las autoridades del Royal Bank of Scotland (RBS) han dado nuevos motivos para que la polémica se profundice.
El segundo banco británico no se conformó, como muchas empresas locales, a alentar a su personal a usar sus servicios, sino que obligó a sus empleados a abrir cuentas en esa entidad a riesgo de recibir «sanciones disciplinarias» en caso de que decidan mudar sus operaciones a otro banco, según informaba el viernes el periódico The Guardian.
La advertencia fue realizada mediante una carta enviada por el consejero delegado del RBS, Gordon Pell, quien en claros, pero duros, términos conminó al personal a depositar exclusivamente sus salarios en esa entidad o sus bancos asociados Natwest, One Account, Couts y Adam & Co basándose en supuestas cuestiones reglamentarias.
«Os solicito que abráis cuentas en cualquier banco del grupo RBS. No hacer lo propio significa una violación a las políticas de la empresa, y (de darse esta situación) me veré obligado a escribirle directamente a vuestro jefe inmediato con el propósito de solicitarle que trate el problema de acuerdo a la política disciplinaria de la empresa», expresa la misiva de Pell en uno de sus párrafos más destacados.
El texto amenazante se complementa con una nota de advertencia sobre las demoras e inconvenientes que significa la mudanza de cuentas corrientes de un banco a otro, y un teléfono especial para que el personal pueda transformarse, a la vez, en clientes del banco en caso de que todavía siguieran «desafiando» a las particulares normas internas de la institución.
La insólita petición de la empresa motivó la instantánea condena del sindicato Amicus, que prometió iniciar acciones legales para dar marcha atrás con esta medida. «Nuestra línea telefónica de consultas ha sido saturada por la gran cantidad de llamadas de empleados enfadados del RBS. Esto es como si la gente que trabaja para Tesco (el supermercado más grande del Reino Unido) fuera castigada por comprar su mercadería en su competidor Sainsbury's, por lo que entendemos que la reacción de los ejecutivos del RBS resulta desproporcionada, contraproducente y dañina para la moral del personal» declaró Rob Macgregor, titular a nivel nacional de ese ente sindical.
Por su parte, el banco desestimó esta metáfora y, a través de un portavoz, aclaró que los empleados de Tesco, como los de RBS, son «libres» de consumir sus productos donde escojan hacerlo, con la salvedad de que sólo en sus empresas «conseguirán descuentos y promociones especiales».
La fuente también defendió la política corporativa y aseguró que esta disposición forma parte de los «términos y condiciones» del reglamento. «Esto les ha sido comunicado claramente a todos los empleados durante el proceso de selección del personal, y forma parte de nuestro paquete integral de recompensas y beneficios. Nuestros empleados son completamente libres de tener otras cuentas con otros bancos», afirmó el portavoz, aunque la confusión y la controversia continúa.
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