Sábado, 24 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6306.
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El extraño caso de otro «hombre de paz»
LOURDES MARTIN SALGADO

...«Nadie plantea, y si lo planteara estaría en un error, construir un Estado independiente desde la lucha armada o la imposición armada»...

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-Arnaldo Otegi en Catalunya Radio (20/3/2007).

Si Robert Louis Stevenson se levantase de su tumba, es posible que se plantease reescribir su magistral El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde con otro protagonista: el afamado Dr. Arnaldo, que cuando entra en contacto con el mundo de ETA se convierte en Mr. Otegi. No sabemos si el desdoblamiento de personalidad del dirigente abertzale es digno de estudio, pero acabamos de confirmar que es al menos suficiente para eludir las penas por los delitos que comete, en este caso, el de apología del terrorismo en el entierro de la etarra Olalla Castresana.

Cuando el batasuno se torna en Mr. Otegi es capaz de pedir el «aplauso más caluroso a todos los gudaris que han caído en esa larga lucha por la autodeterminación», pero cuando vuelve a ser el Dr. Arnaldo afirma que él «planteaba un problema objetivo» que quiere «resolver en términos democráticos». Mr. Otegi loa en público la «dignidad silenciosa» de quien murió manipulando artefactos explosivos para asesinar, miembro de esa «generación que se adhiere a la lucha armada para expresar su compromiso político». Sin embargo, cuando pasan los efectos de las malas compañías, el Dr. Arnaldo dice que no quiso «alabar la militancia de ninguna persona» y que ni siquiera «había certeza absoluta» de que Castresana perteneciera a ETA. El Dr. Arnaldo acudió a un «entierro», y es sólo su otro yo el que le hace cometer el lapsus de decir que era un «homenaje». «Nunca tuve la intención de ensalzar la lucha armada y creo que nunca lo he hecho», remató su personalidad buena en el interrogatorio del pasado jueves.

Después de tan enternecedora declaración, el fiscal Fernando Burgos se vio impelido a retirar la acusación, argumentando que el buen Arnaldo «no quiso cometer el delito» y «no sabía que lo estaba haciendo». Estaba fuera de sí. Se dejó llevar por «un acto donde las emociones están desbordadas». Sólo los magistrados, que no entienden de novelas, creen que había «prueba de cargo directa, objetiva y suficiente» para condenarle.

El buen Arnaldo acudió también esta semana a Catalunya Radio para afirmar que «sólo se puede construir un Estado independiente si los ciudadanos lo deciden así democrática y pacíficamente» y que «nadie plantea, y si lo planteara estaría en un error, construir ese Estado desde la lucha armada o la imposición armada». No son pocos los que han resaltado estas declaraciones como muestra de que algo está cambiando en el seno de Batasuna. Resulta difícil entender en qué se basan.

Como en la obra de Stevenson, donde Jekyll acababa convirtiéndose en Hyde de forma espontánea y sin necesidad de tomar la pócima, Arnaldo no necesita «emociones desbordadas» para defender el ideario del terror. Inmediatamente después de decir que «nadie plantea la lucha armada», el líder abertzale aseguraba que si la banda terrorista opta por ella «es porque entiende que en este momento no existen condiciones democráticas para que un proyecto independentista se pueda construir desde medios democráticos». El razonamiento es tremebundo: la independencia hay que alcanzarla por medios democráticos, pero si no se alcanza es porque los medios no están siendo democráticos, luego sólo cuando se logre la independencia se podrá decir que hay democracia, aunque en el camino haya que eliminar a unos cuantos que piensan de otra manera. Arnaldo es todo un «hombre de paz», como De Juana.

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