Todo parece indicar que el futuro de Chrysler, dentro de DaimlerChrysler, debería quedar decidido antes de finales de este mes a fin de que Dieter Zetsche, el presidente del grupo, pueda hacer una propuesta al respecto en el curso de la asamblea anual del grupo que tendrá lugar el próximo día 4 de abril en Berlín.
Aunque una de las opciones de Zetsche es la de anunciar que Chrysler seguirá siendo parte de DaimlerChrysler (D/C) -lo que contará con la segura oposición de algunos accionistas deseosos de que el grupo vuelva a denominarse Daimler-Benz- lo que parece más probable es que proponga la disgregación de la marca estadounidense. En tal caso, mantendría en ella una participación importante que le permita tener peso específico en el consejo de administración y de esta forma poder mantener las sinergías que se han creado en áreas como las compras, la investigación y el desarrollo. Se puede especular, por tanto que el grupo mantendría en torno a un 35% de la que es todavía su filial norteamericana.
Los próximos días van a ser frenéticos para los que pretenden hacerse con el control de Chrysler. De entre ellos, parece haber dos favoritos. Uno es el fondo de inversiones Cerberus Capital Management, cuya división especializada en temas de automoción está dirigida por John Thursfield, el dirigente de Ford a quien los trabajadores de Almussafes denominaron el gran hermano por sus intervenciones desde Detroit, a través de videoconferencia, durante la negociación del convenio en 1997-1998.
Cerberus ya se hizo con el 51% de GMAC, la división financiera de General Motors que tradicionalmente ha sido una máquina de hacer dinero, aunque en 2006, debido a la caída del mercado inmobiliario en Estados Unidos, lo haya sido menos. En cualquier caso, Thursfield ha demostrado su rapidez de reflejos contratando como asesor a Wolfgang Bernhard, antiguo vicepresidente de Chrysler y mano derecha de Zetsche en aquella época. Su conocimiento de la empresa y sus relaciones en DaimlerChrysler le dan una clara ventaja. Además, Bernhard debería estar de acuerdo en mantener como socio al grupo automovilístico alemán.
El segundo favorito es el grupo canadiense Magna, tercer fabricante mundial de componentes para automoción pero también propietario de factorías de montaje, como la de Graz, de donde salen varios modelos de Chrysler y de Mercedes, así como de General Motors y BMW.
Magna pareció haberse retirado de la puja por Chrysler pero el pasado jueves renovó su interés con un planteamiento que encaja bastante bien con la pretensión de DaimlerChrysler de mantener una participación minoritaria en su filial estadounidense.
La nueva postura de Magna es la puja por una participación de control a medias con un fondo de inversiones que no ha sido revelado, pero que muy bien pudiera ser el Blackstone Group o el Centerbridge Partners, los otros dos fondos de inversiones que hasta ahora han mostrado interés por Chrysler.
Las pretensiones de Magna serían contar con un 25% del capital de Chrysler, dejando a su socio la participación más alta. Hasta ahora, la valoración del grupo estadounidense varía entre los 4.500 y los 5.000 millones de dólares, es decir, un máximo de 3.850 millones de euros.
Mientras se despeja la incógnita, los trabajadores de Chrysler ya han hecho saber, a través de sus representantes que preferirían seguir formando parte de DaimlerChrysler, pero que si ha de haber venta, prefieren a Magna antes que a uno de los fondos de inversiones.