ISABEL SAN SEBASTIAN
Lo peor de ceder una vez a cualquier extorsión es que uno se condena a hincar una y otra vez la rodilla ante el chantajista, pagar lo que se le pida y callar, o asumir las consecuencias de rebelarse. Que es exactamente la situación en que se encuentra el Gabinete de Rodríguez Zapatero. ETA le tendió su trampa con una carta enviada en el verano de 2004 en la que se mostraba dispuesta «a dejarlo» y explorar las vías democráticas; le acertó en el corazón mismo de esa ansia de grandeza encerrada bajo llave durante demasiados años, y ha logrado tenerlo exactamente donde quería: metido de lleno en un proceso de negociación en el que ha prometido mucho más de lo que puede dar, a la merced de unos terroristas en cuyas manos está su futuro político.
Ya puede humillarse el presidente y entregar piezas menores, que no le servirá de nada. De Juana Chaos ha supuesto una claudicación vergonzosa para el Estado de Derecho, pero carece de valor a ojos de la banda. Convertir a la Fiscalía en eficiente defensa de Arnaldo Otegi, a la par que bufete de abogados al servicio de Batasuna, evitará tal vez que el tentáculo político de la organización criminal se enfrente a las consecuencias de transgredir la ley, pero no apaciguará la voracidad de la bestia. Ni siquiera la presencia de sus pistoleros más o menos disfrazados en las elecciones del 27 de mayo dará satisfacción a ETA. Todo lo que no sea entregarles Navarra y poner el País Vasco a sus pies será un esfuerzo baldío que no hará sino alimentar su apetito y hacer que aumenten sus exigencias.
Lo extraño es que esto, que resulta evidente para cualquiera que conozca superficialmente la trayectoria de este grupo terrorista, no salte a la vista de alguien que se cree tan listo. Lo sorprendente es que las bravuconadas de Barrena, Goiricelaya, Permach y el propio Otegi (cuando no está frente a los jueces con las piernas temblándole de miedo a entrar en la cárcel) no enciendan las alertas de los responsables de administrar el Gobierno de todos los españoles. ¿Pero cómo no se dan cuenta de que cuanto más ceden más impotentes se vuelven? ¿Qué tiene que pasar para que entiendan que esa actitud presuntamente «comprensiva» es interpretada por la mafia etarra como simple debilidad? ¿Cuántos muertos más tiene que haber en atentados como el de Barajas para que regresen a la unidad entre demócratas con el fin de hacer una política realmente anti-terrorista y no lo que están haciendo ahora? ¿Y qué otra cesión se sacarán de la manga cuando ETA responda a su bondad dándoles en la nariz con la lista de «compromisos incumplidos»?
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