Domingo, 25 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6307.
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 CRONICA
SORPRESA / LA GRAN OPERACION
EL VIAJE MAS CARO Y GRATIS DE OTEGI
FUENTES policiales estiman en 467.000 euros la operación de traer a Arnaldo Otegi en el avión de lujo del Ministerio del Interior. Llegó a Madrid, vio al tribunal en media hora y venció al quedar en libertad
FERNANDO LAZARO

Mmiércoles, 10.30 de la mañana. En la Audiencia Nacional, en la madrileña calle de Génova, todo está previsto para que comience el espectáculo. Magistrados, funcionarios, policías, cámaras, periodistas y cientos de curiosos apostados en las puertas de la sede judicial... Todos esperan al actor del día, llamado a protagonizar la apertura de los telediarios y las portadas de los periódicos del día siguiente. Arnaldo Otegi tiene que responder a una acusación de un presunto delito de apología del terrorismo por exaltar la figura de la etarra Olaia Castresana, muerta en julio de 2001, en Benidorm, cuando explotó el artefacto que manipulaba.

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Pero cuando aparece Jone Goiricelaia, su abogada, a pie, pasadas las 10 de la mañana, lo hace sola. Ni rastro de Otegi. Su representado, se excusa la letrada, ha sido víctima del temporal. La nieve lo ha dejado atrapado entre Miranda del Ebro y Burgos, y ha tenido que regresar a su domicilio en Elgoibar (Guipúzcoa). Cuando el tribunal le pregunta que por qué no ha venido en avión, como ella, la abogada dice que el vuelo llegaba a la T-4 y que Otegi temía que durante el trayecto por la descomunal terminal algún pasajero lo insultara o agrediera. Su defendido, añade, ha salido a las 4.00 de la madrugada de San Sebastián, con tiempo de sobra para recorrer los 469 kilómetros que lo separaban de Madrid.

Pese a la insistencia de Goiricelaia de que la climatología va hacer imposible la presencia de Otegi, el tribunal está decidido a mantener la convocatoria del juicio y a que la situación procesal del líder de Batasuna quede resuelta ese mismo día. Para entonces ya se ha filtrado la intención del Ministerio Público de retirar la acusación contra Otegi, lo que supondría que el caso se diluyera como un terrón de azúcar.

«Oye, nos han ordenado detener a Otegi», braman con entusiasmo algunos de los agentes de la Guardia Civil que reciben la notificación pasadas las 14.30. El mandato de la Audiencia Nacional es claro: la detención inmediata del dirigente abertzale. A los miembros del Instituto Armado, la instrucción judicial les suena a música. Como si de una operación antiterrorista se tratara, en Elgoibar -10.000 habitantes- , donde vive Otegi, se despliega un completo dispositivo de seguridad. Intervienen algo más de medio centenar de agentes entre miembros de los Grupos Rurales de Seguridad (GRS) y de Información. «Se trataba de asegurar la zona primero para, posteriormente, llegar hasta el domicilio del reclamado y detenerle», explica un agente de la Guardia Civil conocedor de la operación desarrollada en el País Vasco.

En torno a las 16.00 horas se acordona la localidad. Los GRS cierran las entradas y salidas de Elgoibar por carretera mientras los efectivos de Información se desplazan a la calle Santa Ana, en uno de cuyos edificios Otegi se encuentra junto al coportavoz de Batasuna Joseba Permach. Lógicamente, el líder abertzale no opone resistencia. Decenas de simpatizantes se aproximan a la zona y aplauden y lanzan vítores a Otegi además de consignas contra la Guardia Civil. Para un dirigente abertzale salir detenido por agentes de este cuerpo no es un demérito entre los suyos, precisamente.

Cumplida la orden de la Audiencia, en torno a las 16.30, un convoy de seis vehículos parte con Otegi camino del aeropuerto de Sondika. El operativo policial apenas tarda una hora en cubrir el recorrido. El viaje es considerado de «alta seguridad» y los vehículos llevan las alarmas encendidas. Los agentes saben que muchos ojos se posan sobre sus pasos. Nada puede fallar.

En el camino, el dirigente de Batasuna no abre la boca. Tampoco ninguno de los agentes tiene mayor interés en darle charla. La tensión del operativo es intensa y los efectivos del Instituto Armado no bajan la guardia en ningún momento.

Mientras la Guardia civil ejecuta la orden de detención, el Ministerio de Interior lo ha preparado todo para que se cumpla el segundo mandato de la Audiencia: traslado inmediato a Madrid para ser juzgado. A las 16.30 aproximadamente, un reactor ha partido del aeropuerto de Cuatro Vientos, en la capital. El Beechcraft 200 es la joya de la corona de la Policía Nacional, un avión que se desplaza a 500 kilómetros por hora y que tiene una autonomía de vuelo de siete horas. El reactor, que fue incautado a una organización de narcotraficantes colombianos, está en manos de la Policía Nacional desde 2003, después del visto bueno de Guillermo Ruiz Polanco, magistrado que tuvo que abandonar la Audiencia Nacional tras ser expedientado por el desorden de su juzgado.

El Beechcraft 200 es usado por Joan Mesquida, director general de la Policía y la Guardia Civil, y por Antonio Camacho, secretario de Estado de Seguridad, entre otros altos cargos. Angel Acebes y Agustín Díaz de Mera, el último director general de la Policía, también se sirvieron de él. En uno de sus últimos viajes, el reactor aterrizó en Londres, la pasada semana, para recoger a Moutaz Almallah, acusado de estar relacionado con el 11-M.

El vuelo con Otegi a bordo sale de Sondika a las 18.30. Apenas dura una hora. El de Batasuna ocupa una de las ocho plazas del reactor. Le acompañan el piloto de la Policía, otro sustituto (civil) y cinco agentes del servicio de Información. El traslado, según el sindicato Profesional de Policía (SPP), le habría costado al Estado 467.513 euros incluyendo el alquiler del aparato, el carburante y las dietas del personal. Según las empresas del sector consultadas por Crónica alquilar un aparato como el usado para el traslado de Otegi, en el trayecto Madrid-Sondika-Madrid, cuesta unos 5.000 euros.

Durante el vuelo a Madrid, tampoco hay incidentes reseñables. Ni conversación, ni tensión, ni nervios. El pasajero Otegi es un hombre tranquilo y sereno, como si supiera cómo va a acabar la jornada. Algunos recuerdan la frase que el mismo personaje pronunció la última vez que pasó por una situación similar en la Audiencia: «¿Pero esto lo sabe el fiscal general?».

En el aeródromo de Cuatro Vientos esperan cuatro vehículos camuflados, uno de ellos con semiblindaje. Como si custodiaran a un alto cargo, para la caravana de seguridad no existen semáforos ni paradas camino de la Audiencia Nacional. Entran directamente al garaje.

Es el final de un impresionante dispositivo desplegado para que, después de media hora de declaración, retiradas las acusaciones, Otegi abandone el edificio en libertad.

Con información de Ana María Ortiz

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