A. LUCAS
PHILIPPE VAL
Demasiado ruido, poca nuez. Una mañana de febrero de 2006 al norte de Europa le dio una tiritona por un puñado de malas caricaturas sobre Mahoma. La revista francesa Charlie Hebdo llevaba en sus páginas esa mercancía. Ayatolás agrios tomaron aquello como una afrenta. Pero sólo estamos hablando de caricaturas, que escuecen pero no matan. La máquina de la censura empezó a rodar y los puretas de la moral -tan inmorales ellos- pidieron guillotina para el mal dibujante y el director del libelo. La furiosa religión, una vez más, sacaba a paseo las tijeras de podar. Da igual qué dios o profeta esconda. Ejemplos sobran, y recientes.
La victoria. Afortunadamente el Tribunal Correccional de París ha absuelto a la revista satírica. Pero hubo que llegar a él.
COSTALERAS
Un paso adelante, siete hacia atrás. En ese mundo macho que baila su crujir de cervicales bajo las faldas del trono no caben las chicas. Lo decide la Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores de Córdoba, que ha dado puntapié a Elisa Márquez y María Jesús Castón después de seis años empuñando la noche con una virgen acuestas, sudando un licor de fe, infartándose de esfuerzo y emociones. Lo de esta hermandad queda primitivo, rancio, carca, feo. Las chicas adoptan posturas «que pueden ser soeces», dicen los carrozas. Pero ellas serían el toque delicado de esa halterofilia inflamada de bíceps místicos en la madrugá.
La derrota. No es de las costaleras, sino de los cerriles que les impiden cargar el trono. Sin ellos la cosa sería mejor.
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