Domingo, 25 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6307.
ÚLTIMAS NOTICIAS TU CORREO SUPLEMENTOS SERVICIOS MULTIMEDIA CHARLAS TIENDA LOTERÍAS
Primera
Opinión
España
Mundo
Deportes
Cultura
Toros
Comunicación
Última
Crónica
Nueva economia
Índice del día
Búsqueda
 Edición local 
M2
Catalunya
Baleares
 Servicios 
Traductor
Televisión
Resumen
 de prensa
Hemeroteca
Titulares
 por correo
 Suplementos
Magazine
Crónica
El Cultural
Su Vivienda
Nueva Economía
Motor
Viajes
Salud
Aula
Ariadna
Metrópoli
 Ayuda 
Mapa del sitio
Preguntas
 frecuentes
Los terroristas intentan modificar nuestro comportamiento provocando miedo, incertidumbre y división en la sociedad (P. J. Kennedy)
 CRONICA
AZUL&ROSA
MI SEMANA /
Jaime Peñafiel

El consorte quiere ser rey. ¿Por qué no?

Publicidad
El inefable príncipe Henrik, esposo de la reina Margarita de Dinamarca, ha vuelto a dar la nota. Una vez más, no está contento con su papel de consorte. Ahora quiere ser nada menos que rey. No tanto para reinar sino para tener el tratamiento de Majestad. Como su esposa. No le falta razón. ¿No lo son Sofía, Paola, Sonia, Silvia ...? Cuando, en casi todos los países de la Unión Europea, la igualdad entre hombre y mujer es un hecho, en las monarquías, cada vez más modernas para lo que quieren, la discriminación sigue manteniéndose inalterable. Mientras la mujer que contrae matrimonio con un príncipe heredero, cuando éste, por muerte o abdicación del titular, se convierte en rey, ella, automáticamente, en reina. Pero, cuando se trata de princesas herederas, el esposo nunca, jamás, será rey aunque provenga de familia real como el príncipe Felipe de Edimburgo. «La falta de igualdad en el trato es lo más difícil de llevar. En estas condiciones, la relación de pareja queda desequilibrada a los ojos de la opinión pública. Es traumático», ha confesado, con tristeza, Henrik. No existe la menor duda de que se trata de una discriminación con la que el consorte danés pretende acabar. Que lo consiga, es otro cantar. Pero nadie y menos los consortes le negarán haber puesto al descubierto uno de los numerosos talones de Aquiles de las monarquías, que son muchos.

O todos moros o todos cristianos

Ahora bien, si, como escribíamos la pasada semana, la Jefatura del Estado no puede ser bicéfala, reconozcamos la coherencia de Mohamed VI de Marruecos, designando a su esposa no reina sino princesa. Como ha prometido hacerlo Carlos de Inglaterra cuando acceda al trono. ¿Por qué no también Letizia? Muchos lo aplaudirían. Sería una solución ecléctica para quienes creemos que doña Sofía es difícil de sustituir como reina. ¿Se imaginan algunos a Camilla sustituyendo, aunque sea como consorte, a la reina Isabel? Pues lo mismo pienso yo. De no ser así y prosperar el deseo del consorte danés, sería bueno que si un día Leonor llega a ser reina, lo que está por ver (¿existirá entonces la monarquía y España como nación?) el hombre con quien contraiga matrimonio debería convertirse, automáticamente, también en rey, rey consorte pero rey. O todos moros o todos cristianos. Habrá que reconocer que Henrik lleva toda la razón.

El antecedente inglés

La actitud de Henrik recuerda la de otro príncipe, Alberto, esposo de la gran reina Victoria de Inglaterra quien, también, pretendió ser algo más que un consorte. Aunque Victoria era mucha Victoria, y bastante déspota, Alberto le hizo ver, desde el primer día, que, dentro de palacio ella era sólo su esposa y no su reina, a pesar de costarle aceptar que, en todo lo demás, mandaba ella. Pero, a diferencia del príncipe danés, el príncipe Alberto no esperó tanto para demostrar que él no deseaba ser sólo el consorte. Y, como ya he recordado en alguna que otra ocasión, se lo hizo saber a la reina, a las pocas semanas de la boda, tras una fuerte discusión. Como consecuencia de ella, el consorte se encerró en su habitación mientras Victoria se quedaba aporreando la puerta. «¿Quién es?», pregunto Alberto. «La reina de Inglaterra», le respondió Victoria. No se oyó ningún movimiento ni ruido en el interior. Desagradablemente sorprendida de que la puerta no se abriera, volvió a aporrearla, en esta ocasión con fuerza, con ira real, diría yo. «¿Quién es?, se oyó de nuevo preguntar al consorte. «Abre, Alberto, soy la reina». La puerta siguió cerrada y tras ella el silencio. Desconcertada, humillada, la soberana golpeó suavemente con los nudillos y cuando el consorte volvió a repetir la pregunta, Victoria respondió de manera muy humilde: «Soy tu esposa, Alberto». La puerta se abrió inmediatamente y él ganó la partida.

El antecedente español

No sé por qué esta anécdota me ha recordado cuando Letizia, en la ceremonia de presentación a la prensa en el Palacio de El Pardo, el día de la petición de mano, le paró los pies a Felipe para pedirle que no le interrumpiera y la dejara hablar. Ese día, el Príncipe, a quien por vez primera alguien le paraba los pies, perdió y Letizia no sólo demostró estar dispuesta a ser lo que por matrimonio le correspondía, a pesar de sus antecedentes familiares y personales, sino también a mandar en su casa e, incluso, en la Casa Real.

Volviendo al príncipe Alberto, éste fue, de todos los maridos de reinas, el que más cerca estuvo de convertirse en rey consorte, pero en rey. El cronista político de la época, Charles Greving, escribió: «Es obvio que, aunque ella tiene el título, en realidad él está llevando a cabo las funciones de soberano. El príncipe es un hombre grande y extraordinario». El 25 de junio de 1857, la Reina pudo, por fin, conceder a su marido si no el título de rey consorte que deseaba pero que no se lo permitieron, sí el de Príncipe Consorte del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda. «Ahora tengo un estatus legal en la monarquía inglesa», reconoció con cierta ironía. Como puede verse, la historia se repite con el príncipe Henrik de Dinamarca. ¿Lo conseguirá o protagonizará otra espantada, como la de hace unos años?

CHSSSSS... ¿Será capaz de no venir?, se preguntaban las 650 personas que llenaban el Palacio de Congresos y Exposiciones de Madrid. Y fue así. Con la insólita y sorprendente ausencia del Rey, se celebró un multitudinario acto en homenaje al ilustre general don Sabino Fernández Campo, jefe que fue de la Casa y a quien tanto debemos los españoles, incluido Su Majestad. ... Lo que peor lleva del triste espectáculo de su ex, utilizando la televisión para airear las crisis sentimentales con su nuevo y celoso enamorado, es que su actual compañera le pueda preguntar o, lo que es peor, pensar cómo pudo estar casado con esta inmadura que se comporta como una freakie vulgar. También se lo debe preguntar él, su ex, sus amigos, su familia y hasta sus hijos habidos en su primer matrimonio ... Se ha muerto el padre de la consorte. El rey ha continuado con sus actividades previstas y la reina no ha interrumpido ningún viaje y, aunque de la casa real se pidió respeto y recato, «la prensa ha recordado las turbulentas relaciones entre padre e hija». Tal para cual.

recomendar el artículo
portada de los lectores
copia para imprimir
Información gratuita actualizada las 24 h.
 SUSCRIBASE A
Más información
Renovar/Ampliar
Estado suscripción
Suscríbase aquí
Suscripción en papel
 publicidad
  Participación
Debates
Charlas
Encuentros digitales
Correo
PUBLICIDAD HACEMOS ESTO... MAPA DEL SITIO PREGUNTAS FRECUENTES

elmundo.es como página de inicio
Cómo suscribirse gratis al canal | Añadir la barra lateral al netscape 6+ o mozilla
Otras publicaciones de Unidad Editorial: Yo dona | La Aventura de la Historia | Descubrir el Arte | Siete Leguas

© Mundinteractivos, S.A. / Política de privacidad