La última de sus mujeres, de sus máscaras, es Alice, el personaje de la obra Play Strindberg, un texto de Friedrich Dürrenmatt y bajo la dirección de Georges Lavaudant, que la próxima semana remata su gira después de consumar 70 representaciones junto a otros dos grandes de la escena: José Luis Gómez y Lluìs Homar.

Pregunta.- La obra es una diatriba feroz contra el matrimonio como institución...

Respuesta.- Sí, lo es. Pero hay más. Tanto mi personaje en Play Strindberg como el de ¿Quién teme...? son hijos de Danza macabra. Aunque en el texto de Dürrenmatt son, de manera más radical, dos seres humanos desnudos que representan la complejidad absoluta de las relaciones de pareja. Ellos llevan 25 años casados y la rivalidad ya es más fuerte que el amor.

P.- ¿Cómo fue su relación con el texto?

R.- En una primera lectura me gustó mucho. Armando, mi marido, y yo ya la teníamos en la lista de las obras que nos hubiera gustado poner en pie. Lo cierto es que estaba fascinada con el personaje de Alice, incluso por el humor de la obra. Lo que pensé con cierta angustia es cómo íbamos a levantar esta pieza, un texto que refleja un mundo tan intenso y a la vez tan despojado, tan escueto...

P.- Algo que el director, Lauvadant, supo resolver bien.

R.- De una manera impecable. Le quitó los tics vanguardistas que tenía la pieza cuando se interpretó en los años 60. Tomó aquello como punto de partida.

P.- ¿Y una obra así no requiere un gran esfuerzo para recuperarse de tanta tensión interpretativa?

R.- La verdad es que salgo exultante después de cada representación de Play Stindberg. Igual que salía desorientada y destrozada después de las funciones de ¿Quién teme a Virginia Woolf? Este personaje suponía para mí un esfuerzo anímico terrible. Cuando un actor despierta por la mañana y sabe que tiene que hacer tal o cual papel toda su cotidianidad queda condicionada a él. Pero en este caso, junto a José Luis Gómez y Lluìs Homar, la energía fluye de una manera natural y los deseos de salir al escenario son enormes.

P.- Tratándose de tres grandes personalidades de la profesión, ¿cómo es la relación en escena?

R.- Todos tenemos una gran excitación cada tarde ante nuestra cita. Las funciones han salido eléctricas, viscerales.

P.- El tema que aborda la obra es de gran actualidad. ¿Eso condiciona?

R.- Bueno, como dijo su autor, se trata de una comedia sobre la tragedia de un matrimonio. En la época que le tocó vivir a Strindberg los problemas conyugales se ocultaban. Hoy, sin embargo, estamos frente a la tremenda dificultad que encuentran las parejas ante el cambio de los roles.

P.- ¿Qué otros proyectos inmediatos tiene?

R.- Una vez que cerremos esta gira en Santander, seguiré en el rodaje de Barcelona, ciudad de sombras, película que está rodando Ventura Pons, basada en la obra de Luisa Cunillé, y en la que ya he estado trabajando durante tres de las sesiones.