Humilló a sus atónitos adversarios con un ataque demoledor y se adjudicó la prueba con más valor histórico y repercusión mediática. Oscar Freire, un modelo de fiabilidad cuando no está castigado por las lesiones, volvió a establecer un enorme hito al imponerse en el centenario de la clásica por excelencia, la Milán-San Remo, una prueba sólo al alcance de los velocistas de élite y que ya se anotó en 2004. Con este éxito, el cántabro, tricampeón del mundo de fondo en carrera, se convierte en uno de los ciclistas en activo con mejor palmarés en carreras de un día. En su décima temporada como profesional ya suma cerca de 50 victorias.
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Freire, el clasicómano español más fecundo, iguala con Miguel Poblet en triunfos en la Milán-San Remo (1957 y 1959), la cita más deseada y esperada por los ciclistas italianos, para ellos es más importante que el Giro de Italia. Ésta es la referencia de sus carreras y no admiten que un intruso les intente arrebatar la gloria. Pero Oscar Freire (Torrelavega, 1976) no se detiene ante las adversidades y menos en Italia, un país que siempre le ha sido propicio. En Verona ha conseguido dos mundiales.
Ayer, antes de subir al escalón más alto del podio de la Via Roma, rubricó un asombroso ejercicio de astucia y fortaleza. Agazapado como un lince, tras la estela de Petacchi y Zabel (los velocistas del compacto equipo Milram), saltó a falta de 100 metros para la meta con un poderío incontestable, como en aquel antológica exhibición en su primer Mundial de Verona. Entonces era un joven, desconocido e impetuoso velocista. Ahora se encuentra en la madurez profesional, pero no ha perdido un ápice de osadía y ambición. Ayer, huérfano de coequipiers del Rabobank, tuvo que buscarse la vida solo, como tantas veces. Tras aguantar los ataques de Popovych, Pellizotti, Bettini, Ricco y Gilbert en el ascenso al Poggio, se presentó en la recta decisiva incrustado en el grupo de favoritos. Se coló en el tren de los Milram y aprovechó su impulso para fugarse en el último tramo. El cántabro se abrió paso por el costado izquierdo de los lanzadores de Petacchi y Zabel y aceleró sin freno hacia la línea de meta, ante la mirada impotente de lobos como Boonen (tercero), McEwen (cuarto) y O'Grady (quinto).
El golpe de Freire fue tan contundente y demoledor que en al final se dejó ir, levantó los brazos y sonrió en homenaje a su tío Antonio, hospitalizado hace un mes, él fue el primero que le regaló una bicicleta, a los nueve años. El español selló un triunfo soberbio, sin margen de dudas, nada que ver con el conseguido en 2004, cuando le robó la victoria a Zabel en la foto finish. Una victoria enorme para una efeméride irrepetible: el centenario de la superclásica, que, por caprichosos del destino, ha reservado a los españoles emblemáticos laureles, ya que Miguel Poblet se impuso hace 50 años. Números redondos para los mejores sprinters españoles de toda la historia.
Petacchi.
Fue una jornada pletórica e inolvidable para Oscar Freire, pero nefasta para los italianos. El primer ciclista local clasificado fue Gabriele Balducci, séptimo. Alessandro Petacchi fue octavo. El velocista del Milram no respondió a las expectativas, al contrario que Freire, que cumplió con el protagonismo otorgado por La Gazzeta dello Sport. En la víspera de la prueba, el influyente diario milanés publicó un ranking de favoritos y en la cabeza situó, con cinco estrellas, al español y a Filippo Pozzato (ganador del pasado año). A Paolo Bettini (firmó una meritoria carrera dejándose ver en los primeros puestos a pesar de pedalear con una costilla fracturada), Zabel, Petacchi, Boonen y Bennati les concedieron cuatro; un escalón por debajo situaron a McEwen, Napolitano, Riccó o Garzelli.
Pero el centenario de la Milán-San Remo también dejó otras noticias positivas para el maltratado ciclismo español. El rodador Vicente Reynés (Caisse d'Epargne) rubricó una meritoria novena plaza y sólo la falta de experiencia y mala suerte le privaron de obtener más suculentos réditos. El mallorquín, que en la reciente París-Niza tuvo que abandonar debido a un cólico nefrítico, estaba excelentemente situado a falta de 300 metros para el final, pero en ese instante McEwen intentó rebasarle por la izquierda y le encerró, por lo que tuvo que frenar. «Ha sido una pena, porque me sentía muy fuerte y creo que podía clasificarme tercero o cuarto», se lamentó el joven español.
La Milán-San Remo 2007 también sirvió para constatar las buenas condiciones del rodador Aitor Hernández (Euskaltel), que logró meterse en la escapada más peligrosa. Pero, al final, todos se rindieron ante la jerarquía de un velocista destinado a marcar una época, que ahora se ha propuesto conquistar su cuarto título del mundo. Será a finales de septiembre, en Stuttgart. Palabra de Oscar Freire.
PALMARÉS DE CAMPEON
Clásicas. Oscar Freire sumó ayer su segunda victoria en la Milán-San Remo, la anterior la logró en 2004. El cántabro también ha conseguido valiosos triunfos en carreras de un día, como la Clásica de Hamburgo (2006) y la Flecha Brabançona (2005).
Campeonatos del mundo. El velocista español ha conquistado tres campeonatos de fondo en carrerera: Verona (1999), Lisboa (2001) y Verona (2004).
Victorias de etapa. En el Tour de Francia ha ganado en tres ocasiones: dos en 2006 y una en la de 2002. El mismo número lleva en la Vuelta a España: dos en 2000 y una en 2004. También destacan ocho triunfos en la Tirreno-Adriático. En su décima campaña como profesional suma cerca de 50 victorias parciales.
Temporada 2007. Primero en la Milán-San Remo y sendas etapas en la 'Challenge' de Mallorca y en a Vuelta a Andalucía.