Abrazar a un recién nacido muerto puede parecer monstruoso, despiadado, pero resulta necesario para sobrellevar la dolorosa pérdida. El Hospital Donostia ha puesto en marcha por primera vez en el País Vasco un programa para ayudar a los padres a superar el penoso sufrimiento bajo la denominación «duelo perinatal».
La iniciativa ha sido impulsada por Charo Fernández, jefa de matronas del departamento Materno Infantil del complejo médico de la capital guipuzcoana. «El fallecimiento de un bebé es duro para la madre y el padre, y para los profesionales sanitarios. No sabíamos cómo abordar la situación», reconoce Fernández.
Las muertes perinatales en España alcanzan a 5,6 por cada 1.000 nacidos vivos. Los especialistas consideran que el trauma por la pérdida del niño es más importante hoy que en el pasado, ya que hasta los 90 la mayoría de las familias eran más numerosas y los desafortunados padres podían refugiarse en hermanos, abuelos..., pero hoy en día muchas parejas están solas y no tienen con quién mitigar el dolor. «Antes, al morirse el bebé se producía un silencio en el paritorio y retirábamos al niño, por lo que la madre y el padre no volvían a saber nada del hijo. Actuábamos así creyendo que hacíamos bien», explica la matrona guipuzcoana. El trato que recibían las parturientas y las familias, y que todavía reciben en muchos centros médicos, era a menudo inadecuado, cuando no de indiferencia.
Ahora se trata de aplicar una terapia de duelo. «El duelo es natural, lo antinatural es que no haya duelo. En el pasado los padres se marchaban sin nada, con un vacío muy grande. Era como un duelo no consentido socialmente, porque el bebé no existía y eso era muy difícil de gestionarlo emocionalmente por la mujer».
En la actualidad, el Hospital Donostia, donde diariamente se producen unos 12 nacimientos -aproximadamente 4.500 al año-, ha preparado una habitación especial para que los padres puedan estar con el bebé fallecido. «Le damos carácter de niño, de hijo que ha existido. La madre y el padre pueden estar con el niño, acariciarlo, abrazarlo, besarlo, ver a quién se parece, hasta que ya no pueden más. Pero pueden recibirlo y despedirse de él, lo que antes no permitíamos. Los propios progenitores nos piden que sea así». En las décadas pasadas y, en algunos casos, hasta hace poco tiempo, ante el veto a tener al bebé muerto en sus brazos a los padres se les podía crear un mar de dudas que, en la actualidad, quedan disipadas, lo que facilita que la pena sea encajada a veces con una pizca de serenidad.
El protocolo ya se lleva desarrollando desde hace meses en sendos hospitales de Girona y Altea, además de en países como Holanda o EEUU. Charo Fernández sabe de casos de padres que al cabo de un tiempo se han arrepentido de no haber visto al hijo y de no tener una imagen suya, aunque para muchos esto pueda parecer monstruoso.
Las 33 matronas que trabajan en el Hospital Donostia han recibido una formación específica en torno a las muertes perinatales. En este proceso también intervienen psicólogas clínicas para ofrecer ayuda emocional a las pacientes. «El llanto es desgarrador cuando les comunicas que tu hijo no vive, que ha muerto. Todo lo que podemos decirles como profesionales es un recuerdo que se queda grabado a fuego en las madres, por lo que tenemos que tener mucho cuidado con lo que hacemos y decimos en esos momentos».
El protocolo de actuación previsto por el centro hospitalario incluye la puesta a disposición de los padres de un sobre o un estuche con algunos objetos relacionados con el niño que les pueda ayudar a elaborar el duelo. «Cuando muere un adulto el familiar tiene el recuerdo de su vida para seguir completando el ciclo del duelo. Cuando muere un bebé hay que crear algo para apoyar ese dolor».
Así que cuando los padres abandonan el hospital tienen la posibilidad de llevarse «las ecografías, la pulserita con su nombre». Ante la posibilidad de que en un primer momento algunos de los afectados no acepten la posibilidad de «ir a casa con este tipo de recuerdos», los profesionales mantienen una especie de archivo. Por si un día la familia reclama esas pertenencias.
Frases que es mejor no decir
Los empleados del servicio de Maternidad del Hospital Donostia se han fijado un guión para ayudar a los padres. «En casos de muerte perinatal intentaremos ser un personal comprensivo que brinde cuidado, respetando sentimientos, pensamientos, creencias y solicitudes individuales». Esta filosofía prima en el centro médico, pero adquiere una especial relevancia en medio del drama humano. Por el mismo motivo, los especialistas han reunido una serie de frases que no debieran decirse nunca a los afectados y otras que, en cambio, conviene manifestar. Entre las frases para olvidar, Charo Fernández, jefa de matronas, destaca que no hay que soltar nunca «seguramente es que algo iba mal, la naturaleza es sabia», «ha sido voluntad de Dios», «sé cómo se sienten», «el tiempo lo cura todo», «sé valiente y no llores», «hay que ser fuerte por los otros hijos» o «lo mejor es que tengan otro». En cambio, los psicólogos aconsejan frases para recordar en esos difíciles momentos: «Siento lo que les ha pasado», «me imagino cuánto querrían a ese bebé», «no me molesta que lloren» y «la verdad es que no sé muy bien qué decirles».