Domingo, 25 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6307.
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Rice, preocupada por la polémica reforma de la Constitución egipcia
Mubarak descalifica las críticas y arremete contra la secretaria de Estado norteamericana por «meterse en los asuntos» de su país
JAVIER ESPINOSA. Corresponsal

EL CAIRO.- El régimen egipcio recibió ayer a la secretaria de Estado de EEUU, Condoleeza Rice, con una suerte de bofetada política al reprocharle públicamente que se había «metido en los asuntos» del país árabe por criticar el polémico cambio de la Constitución que se ratificará mañana lunes en un referéndum del que no se esperan sorpresas.

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Rice se reunió en Asuán con los ministros de Exteriores de Egipto, Jordania, Arabia Saudí y Emiratos Arabes Unidos, pero antes de llegar al territorio egipcio dijo sentirse «realmente preocupada» y «decepcionada» por el retroceso de libertades que entraña la reforma de la Carta Magna, que, según Amnistía Internacional, representa «la mayor erosión de los Derechos Humanos» en este país «en 26 años».

Precisamente el titular de Exteriores egipcio, Ahmed Aboul Gheit -con quien después se reunió en Asuán- aseguró en El Cairo que «sólo el pueblo egipcio tiene el derecho a decir lo que piensa del referéndum. Estos son nuestros asuntos y es nuestro propio país».

Casi al mismo tiempo, el propio presidente Hosni Mubarak advertía, en un acto público que parece ser el debut de una corta campaña a favor del sí en la cita constitucional, de que no aceptará presiones, dictados o condiciones, en clara referencia a las palabras de Rice.

Mubarak aprovechó su comparecencia en la ciudad sureña de Asiut para defender uno de los puntos clave del cambio en el texto legal, la modificación del artículo 5, que ahora prohibirá «cualquier actividad política o partidos políticos cuyo referente ideológico sea la religión», lo cual ha sido entendido por los analistas como una medida para eliminar de la escena local a los Hermanos Musulmanes -la principal formación opositora-, que en los próximos comicios ni siquiera podrán presentarse como candidatos independientes.

Durante las últimas votaciones, los Hermanos Musulmanes obtuvieron 88 de los 454 escaños del Parlamento y eso pese a que las fuerzas de seguridad impidieron a palos que muchos seguidores accedieran a los colegios. «Me he dado cuenta del peligro de mezclar la religión con la política. Los cambios de la Constitución impedirán que se comercie con la religión», aseguró el dignatario.

La apresurada reforma de una Constitución vigente desde 1971 incluye la mudanza de 34 artículos, pero la controversia se ha desatado en torno al citado apartado 5 y los que se refieren a la supervisión de los comicios legislativos y la nueva ley antiterrorista.

La propuesta auspiciada por los acólitos de Mubarak pretende que el control de las elecciones pase de los jueces del país a una hipotética «comisión caracterizada por su independencia e imparcialidad», una idea contradictoria con la propia naturaleza del régimen. «Volveremos a la era en que las urnas eran rellenadas en colegios electorales paralelos a favor del PND [el partido de Mubarak], por no mencionar otros sistemas de fraude que fueron la nota dominante en la década de los 90», explicó Mahmud Abaza, líder de la formación opositora Wafd.

Según aclaran opositores y expertos legales, la próxima Carta Magna también asumirá como norma suprema la ley de emergencia vigente en la nación desde 1981, lo que Mohamed Hamed El Gamal, ex presidente del Consejo Estatal, considera que convertirá a Egipto «en una gran prisión que se extenderá desde Alejandría hasta Asuán».

Bajo la actual legislación de emergencia las autoridades egipcias pueden someter a vigilancia telefónica, registrar domicilios, violar la correspondencia privada o detener a cualquier «sospechoso» sin necesidad de orden judicial. «Ahora esto será constitucional», dice Gamal.

Por el contrario, Mubarak defendió esta permuta legal, porque «la seguridad y la estabilidad de Egipto y la seguridad de sus ciudadanos son líneas rojas que no permitiré que cruce nadie». «Estos cambios son determinantes para el futuro del país», concluyó. La mayoría de las formaciones opositoras, incluidos los Hermanos Musulmanes, han llamado a un boicot de la votación, lo que asegura por adelantado la victoria abrumadora del sí.

Los Hermanos Musulmanes han advertido de que el cambio en la Carta Magna podría ser sólo el primer paso para arremeter contra esta formación, que en las últimas semanas ha visto cómo eran arrestados más de 300 de sus militantes. Como apuntaba el columnista de Asharq al Awsat, Amir Taheri, «las autoridades podrían usar la nueva Constitución como excusa para confiscar las propiedades que han atesorado los Hermanos Musulmanes en casi 80 años de actividades».

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