TOM BURNS MARAÑON
Los interesados por la cosa financiera en España recordarán siempre a Barclays por ser la institución que rompió la baraja con que jugaban en una muy cómoda partida los entonces conocidos como los siete grandes de la banca nacional. A Barclays, un outsider que se había comprado una red de sucursales hispanas, le dio por introducir cuentas corrientes remuneradas y ya nada fue igual. Con el tiempo, los siete del reparto de la tarta, que de hecho no fueron nunca grandes, se redujeron a dos que en verdad tienen ya un muy considerable volumen. Lo interesante del amistoso asalto de Barclays a ABN Amro es que ahora las lecciones las da un banco español, concretamente el Santander. El compadreo entre bancos europeos dentro de las fronteras nacionales de cada uno dio todo un vuelco con la adquisición, también amistosa, de la británica Abbey por Santander. Fue una doble lección: la operación trasfronteriza era posible y, además, se podía convertir en poco tiempo en un banco más bien rutilante, caso de Abbey, en una institución plenamente rentable.
En los ya lejanos tiempos de las cuentas corrientes remuneradas, el Santander, que entonces era uno más de los siete pequeños grandes, fue el primero en recoger seriamente el guante que lanzó el intruso Barclays. Ahora le ha tocado contraatacar al banco británico. Si Santander con sus indudables habilidades bancarias fue capaz de darle la vuelta a Abbey y sentar plaza en la City, ¿no podrá Barclays, que presume de lo mismo, hacer lo propio en Amsterdam con la no menos rutilante institución holandesa? Si Barclays replica la hazaña de Santander, se abrirá la veda para operaciones similares. Los hedge funds entrarán en todo banco mal gestionado y, una vez dentro, abrirán las puertas a una OPA cual caballo de Troya.
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