GUSTAVO DE ARISTEGUI
¿Debe hacer autocrítica el PP por su respaldo a la Guerra de Irak?
NO
El aniversario del inicio de la intervención militar en Irak ha permitido, una vez más, al Gobierno, al Partido Socialista y a sus socios, esconder sus graves errores en política interior, territorial, antiterrorista y exterior, tras otra densa cortina de humo. Un Gobierno sin balance recurre de manera constante a Irak, pues sus dirigentes siguen creyendo que es su principal baza electoral, eso y la negociación con ETA claro.
En primer lugar, la comunidad internacional hizo el mismo diagnóstico que el anterior Gobierno de España sobre Sadam Husein y su sanguinario régimen: que estaba armado y que era una grave amenaza para su propio pueblo y la paz y la estabilidad mundiales, como se señalaba de manera clara en la resolución 1.441 del Consejo de Seguridad de la ONU: «... decide que Irak ha incurrido y sigue incurriendo en grave violación de sus obligaciones... entre ellas la resolución 687 (1991), en particular al no cooperar con los inspectores de las Naciones Unidas...». Éstos, por cierto, fueron perseguidos, amenazados y acosados hasta su expulsión de Irak en noviembre de 1998.
Las discrepancias en la comunidad internacional eran sobre el calendario (algunos países pedían más tiempo para verificar el completo desarme y la finalización de sus programas de armas de destrucción masiva, esto último sí se demostró que nunca hizo) y sobre los medios a emplear (más inspectores y en su caso endurecimiento de las sanciones). Todo el mundo creía que Sadam Husein tenía arsenales de armas de destrucción masiva. Ahí van sólo dos ejemplos para demostrarlo. La declaración del Consejo Europeo de 2003 decía: «El objetivo de la UE para Irak sigue siendo el desarme completo y efectivo de acuerdo con las resoluciones relevantes de la ONU...». La Declaración de la Internacional Socialista en enero de 2003: «La IS subraya que la misión debe lograr el desarme total de las armas de destrucción masiva químicas, bacteriológicas, radiológicas y nucleares con el fin de remover toda amenaza al pueblo iraquí y a la región». En términos muy similares se manifestaban Javier Solana y el mismísimo presidente de Francia. ¿Deben todos ellos pedir perdón por haberse creído lo de las armas de destrucción masiva? ¿Por qué unos sí y otros no?
En segundo lugar España nunca fue a la guerra de Irak; envió tropas para la pacificación y la estabilización del país como quedaba reflejado en las resoluciones 1.483, 1.500 y 1.511. Pero lo más significativo es que la exhortación más clara para el envío de tropas está en la resolución 1.546 aprobada en junio de 2004, votada favorablemente por España, estando el PSOE ya en el Gobierno. Esto significa que el presidente del Gobierno no cumplió con su promesa electoral, ya que dijo que sólo retiraría las tropas si no había una nueva resolución que autorizara su presencia. Pues bien, la 1.546 no sólo autoriza sino que insta a los miembros de la ONU a enviarlas. Lo que ocurre es que el actual Gobierno sabía que se iba a aprobar esa resolución y se apresuraron a sacar las tropas para marcarse el tanto. Se puede afirmar, además, que las tropas que han servido en Irak desde junio de 2004 lo han hecho con el acuerdo y bendición del Gobierno socialista. ¿Debe pedir perdón por ese voto favorable?
En tercer lugar, desde el PP siempre hemos distinguido entre intervención y posguerra, análisis que comparten en EEUU demócratas y republicanos. Creo que va siendo hora de que el Gobierno y su presidente empiecen a tratar de resolver los graves problemas que aquejan a España, no pocos de ellos creados o agravados por su propia incompetencia y que dejen de utilizarla guerra de Irak como único argumento electoral.
Gustavo de Arístegui es diputado y portavoz del PP de Asuntos Exteriores.
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