Lunes, 26 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6308.
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SECRETOS Y MENTIRAS
¿Qué es Convergència?
La desaparición de Pujol de la política activa ha establecido el eje del debate entre izquierda y derecha.El problema de CiU y del PP es que su acuerdo, de momento, es casi imposible, mientras que la izquierda catalana, a pesar de su diversidad, aparece unida y, ahora, sin sobresaltos.
FÉLIX MARTINEZ

Durante el primer semestre de 2006, muchos de los que habíamos pronosticado una profunda crisis en el seno de Convergència i Unió como consecuencia de la retirada de la vida política de Jordi Pujol y de su forzoso paso a la oposición a pesar de haber ganado -en escaños, no en votos- en las elecciones autonómicas de noviembre de 2003, nos vimos obligados a hacer públicos actos de contrición por tan erróneos vaticinios. Habíamos pronosticado una travesía del desierto que no percibimos como tal; la definitiva separación entre Convergència i Unió, y, finalmente, luchas fratricidas ante la debilidad económica consecuencia de su salida forzosa del poder.

Pero 2006, el año del Estatut, descolocó a casi todo el mundo.Artur Mas, el sucesor de Jordi Pujol al frente de CiU, se reveló como un líder sólido capaz de arrebatarle el liderazgo al mismísimo presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall. No todo el mérito, sin embargo, fue de Mas y los suyos, la incapacidad de Maragall para gobernar el tripartito y la permanente deslealtad de Esquerra hundieron al entonces president y forzaron su retirada y sustitución por José Montilla.

En las elecciones de noviembre de 2006 parecía haber un solo favorito: Artur Mas. La cuestión sólo era si podía gobernar en solitario o si tenía que pactar y con quién. No habíamos entendido nada. Por eso el tripartito volvió a sumar mayoría absoluta y Montilla es president. CiU no fue un partido hasta la jubilación de Pujol, era un movimiento político y social a su medida y, por lo tanto, transversal. Ahora la formación compite en condiciones de igualdad con el resto, porque Pujol es irrepetible. Cataluña ha vuelto a la normalidad. Sin Pujol, el eje del debate no es el anciano ex president, sino, nuevamente, la rivalidad izquierda derecha. Y la izquierda está unida, mientras la derecha está desconcertada y dividida. El desconcierto sobre todo es porque, sin Pujol, CiU no sabe exactamente qué es.

Cataluña fue la causa, la bandera y la obsesión de Jordi Pujol.Consagró su vida a hacer realidad su idea de lo que debía ser el país, pero sobre todo, a gobernarlo. Jordi Pujol es un hombre afortunado. Desde los 12 años quería ser presidente de Cataluña, a pesar de que en 1942 la persecución de lo catalán era una de las máximas del régimen del general Franco, que se prolongaría hasta 1975. Sin embargo, el 20 de marzo de 1980 Pujol consiguió su objetivo vital, ser presidente de Cataluña para iniciar la reconstrucción nacional del país. Se mantuvo en el cargo 23 años y medio y se convirtió en uno de los políticos democráticos más longevos de la historia de Europa. Pero ¿cómo logró convertirse en el primer presidente de la Generalitat restaurada y, sobre todo, cómo consiguió mantenerse en el poder durante tanto tiempo? Pujol fue un líder nato con la capacidad de articular un movimiento político y social en torno a su persona.

En nombre de Cataluña, empezó a construir su gobierno en la sombra con la fundación de Banca Catalana. Su paso por las cárceles franquistas no hizo sino consolidar su aura de luchador antifranquista.El ex presidente catalán ha sido un político heterodoxo que no ha dudado en utilizar métodos cuestionables para retener el poder que le permitiría llevar a cabo su proyecto de reconstrucción nacional. Eso sí, nunca ha sido codicioso. Todos sus actos se explican porque eran necesarios para la consolidación de Cataluña.Con una mentalidad de resistente, siguió oponiéndose al Estado desde la Administración. Para ello utilizó a diferentes personas que encarnaban su reflejo oscuro, su particular retrato de Dorian Grey, como Lluís Prenafeta o Macià Alavedra.

Cuando no logró que las elites catalanas se comprometieran con su proyecto recurrió, a través de sus reflejos oscuros, a personajes que más tarde se instalarían en el imaginario colectivo como los rostros del hampa barcelonesa, como Javier de la Rosa, Lluís Pascual Estevill o Juan Piqué Vidal. Fue laxo a la hora de perseguir la corrupción política, que llegó a instalarse en círculos muy próximos a su persona, algo en lo que la figura de su mujer, Marta Ferrusola, y la de sus hijos mayores tienen mucho que ver.Pero hasta cuando miraba para otro lado lo hacía en nombre de Cataluña. Incluso sus enemigos se ven obligados a reconocer que Pujol no tuvo jamás rival como político y que su contribución a la historia democrática de Cataluña y de España es impagable.

Jordi Pujol es el político catalán más importante de la Cataluña del siglo XX y, probablemente, ocupará un lugar destacado en la Historia catalana y española. Sus casi 24 años como presidente de la Generalitat de Cataluña, cargo en el que permaneció hasta diciembre de 2003, cuando entregó el testigo al socialista Pasqual Maragall, y su propia historia personal y política le convierten una figura de excepción digna del estudio de historiadores y politólogos que podrán situar, con la perspectiva adecuada, a Jordi Pujol en la posición que le corresponde en la Historia.Hoy, retirado ya de la primera línea de la política, Pujol es un personaje digno de veneración incluso por aquellos que, en el pasado, han sido sus más acérrimos enemigos.

CiU, sin él, es una federación de dos partidos que no tienen una buena relación. De entrada, Convergècia pertenece a la Internacional Liberal, y Unió a la Democristiana. Parece que su lugar en el arco político es el de los últimos años de Gobierno: un partido de centro-derecha, decisivo para la gobernabilidad de España y profunda aunque moderadamente nacionalista.

Parte de la dirección de Convergència se rebela contra ese destino.Quieren competir con Esquerra como partido nacionalista radical.Unos y otros hacen gestos para ver quién tiene más largo el mástil de la bandera. La jugada de Xavier Vendrell de ayer es todo un síntoma, especialmente porque ERC se ve acusada de dócil ahora que gobierna con Montilla. También lo son las diferentes respuestas de David Madí y de Josep Antoni Duran Lleida. Sin embargo es a éste último al que le corresponde ahora protagonizar la gran apuesta sufriendo el menor número de bajas posible por el camino: debe acercarse al PP y demostrar que lo ha domesticado para poder ser alternativa en Cataluña al tripartito, sin cerrar la puerta a gobernar en Madrid con el PSOE de un Zapatero al que CiU desprecia.

felix.martinez@elmundo.es

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