Lunes, 26 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6308.
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TELEVISION / Ficción, formatos educativos con el inglés y el español como platos fuertes y programas sobre los hispanohablantes, protagonizan su programación
Time Warner crea HBO Latino para conquistar a los hispanos de EEUU
JULIO VALDEON. Especial para EL MUNDO

NUEVA YORK. - HBO emite muchas de las mejores series de televisión jamás realizadas. Todavía demuestra olfato. Ha producido bombazos. Los Soprano, Sexo en Nueva York, Band of brothers, Roma o A seis metros bajo tierra son series enduendadas, brillantes. Ahora, el canal ha fijado su mira en el rico caladero del mercado en español. Unos 42 millones de hispanohablantes en Estados Unidos avalan la creación de HBO Latino, subdivisión de la compañía de Time Warner decidida a conquistar los bolsillos de unos hispanos prósperos. Quieren productos ajenos a la bazofia del dramón folclórico.

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El pasado fin de semana, por ejemplo, la parrilla de HBO ofreció Jamón, jamón, de Bigas Luna; Rosario Tijeras, durísima historia ambientada en el Medellín de los primeros 90; Días de Santiago, película peruana basada en el imposible reingreso a la vida civil de los soldados que combatieron a Sendero Luminoso; estrenos de Hollywood, y una panoplia de sus series subtituladas.

Sólo el graffitti que sirvió de inspiración a Días de Santiago, «le llaman salvaje al río que se desborda, pero no al cabrón que lo oprime», ya preludia un tipo de narración poco habitual en los canales hispanohablantes, una fiereza inédita y refrescante que sobresalta y anula la papilla de guardia que figura en el menú de Univisón y cadenas afines.

A diferencia de los canales en abierto, HBO ofrece su programación sin publicidad. Así elude la mordaza de los anunciantes, tan puritanos como una comitiva de mujeres de la Liga Antialcohólica, y ofrece tralla, sexo explícito, palabras duras, profusión de drogas. Pura vida, en resumen, que escapa del imaginario pueril que ensombrece tantos productos televisivos. En el caso latino, condenado a un rebozo de culebrones, concursos horteras e interminables galas, la diferencia resulta brutal. Cierto que en HBO aún figuran, el comercio obliga, novelas en su parrilla, como el caso de Rey, pero incluso ésta ofrece una visión menos maniquea, más violenta y real, cruda y convulsa de la realidad.

Aparte de la ficción una de las apuestas más pujantes de HBO Latino es Habla. Narra historias de latinos en Chicago, Los Angeles, Nueva York o Miami. Artistas diversos comentan la particular idiosincracia de un sentir orgulloso, dividido, complejo y ambivalente, donde lo español y lo anglo, las peripecias y anhelos del inmigrante, la rabia del recién llegado y la perspectiva del latino de segunda o tercera generación entretejen un fresco sobre la primera minoría, por número, del país.

También El perro y el gato, programa educativo dirigido a los más pequeños, merece atención: aparte las lecciones de inglés, lógicas en un canal sintonizado por inmigrantes, propone clases de español. El español, entendido como raíz sentimental o baliza salvavidas resulta imprescindible en un contexto menos feliz de lo proclamado por los congresos de la lengua. Muchos de los latinos nacidos en Estados Unidos han perdido su español, tienen dificultades para chapurrearlo o abusan del spanglish, alabado por quienes celebran el exotismo de la miseria.

El spanglish, cantarín, mestizo, cutre, etiqueta a sus hablantes y huele a subdesarrollo. La existencia de HBO Latina, empero, demuestra la pujanza de unos hispanos acaudalados, lejos del guitarrón tópico. Pagan la universidad de los hijos, ayudan a la parentela que quedó al otro lado del río y sostienen un canal lujoso. Además de enviar paquetes con avíos, dinero y televisores al centro y sur de América, pagan un abono, el de HBO, que encarece en más de un 40% el paquete básico del cable, de por sí caro.

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