La firma en Medellín del Sistema Internacional de Certificación del Español como Lengua Extranjera (SICELE) a cargo de los rectores de más de un centenar de universidades españolas y latinoamericanas y del Instituto Cervantes supone un paso decisivo hacia ese carácter panhispánico que viene definiendo todo lo que está ocurriendo estos días en Colombia en relación al idioma.
La presencia de los Reyes de España y del presidente colombiano Alvaro Uribe el sábado por la noche en el precioso Paraninfo de la Universidad de Antioquia, simbolizó a las claras la trascendencia de este acuerdo, para el que han hecho falta muchos esfuerzos y no pocas dosis de diplomacia.
Con el SICELE, la lengua española tiene por fin un utensilio de pragmatismo, homologación y coherencia encaminado a terminar con el relativo marasmo académico que hasta ahora ha definido la enseñanza y el aprendizaje del idioma, donde cada país expedía certificados de enseñanza nacionales de muy complicada homologación en otros países.
Estudiado hoy por más de 14 millones de personas, el español manifiesta su pujanza no sólo como vector cultural, sino como cohete económico, hecho que queda refrendado en el acuerdo sellado en la vieja universidad antioqueña, por cierto, entre la furia de los truenos y un aguacero de dimensiones bíblicas, que hasta provocó la risa del Rey Juan Carlos, del presidente Uribe y de todos los presentes.
El director del Instituto Cervantes y uno de los principales valedores de este certificado, César Antonio Molina, explicaba ayer mismo a EL MUNDO la importancia del nuevo documento: «Es esencial, porque todas las universdades españolas y latinoamericanas se ponen de acuerdo por fin sobre qué español hay que enseñar, cómo se debe enseñar, quiénes lo deben enseñar y con qué requisitos».
«Para entendernos», añadió César Antonio Molina, «antes enseñaba el español aquél a quien le daba la gana, y ahora no; ahora se exige a los profesores de español que sean licenciados en Filología, o que sean doctores, o que cursen un máster de enseñanza del español como lengua extranjera y se alcanza una coherencia panhispánica en ese sentido. El idioma español necesitaba un certificado oficial de la dimensión del Toefl inglés, y ya lo tiene».
César Antonio Molina admite que el proceso culminado el fin de semana en Medellín ha sido laborioso y no exento de problemas, «porque poner de acuerdo a tal cantidad de universidades, desde la UNAM de México, que tiene más de 500.000 alumnos y un campus más grande que muchas ciudades de España, hasta la del Río de la Plata pasando por todas las españolas ha sido muy importante... y muy díficil». El germen de ese proceso se remonta a hace tres años, durante el Congreso de la Lengua celebrado en Rosario (Argentina).
El director del Cervantes, cuya actividad de estos días en Medellín y Cartagena de Indias se acerca a lo frenético, exhibe sin tapujos su satisfacción personal ante lo alcanzado, que, en su opinión, modificará enormemente y en sentido positivo la expansión no sólo cultural sino económica del español: «Estamos preparando los pilares del gigantesco edificio que va a ser el español en el siglo XXI».
Aludió muy especialmente al caso brasileño, donde serán necesarios en un futuro a corto plazo más de 200.000 profesores de español para atender la demanda creciente tras la inclusión de este idioma en el plan de estudios de la enseñanza secundaria.
Según un informe del lingüista británico David Graddol para el British Council, en el año 2050 el español estará al mismo nivel que el inglés en cuanto a número de hablantes nativos y será con el inglés la lengua fundamental. En EEUU habrá por esas fechas más de 100 millones de hispanohablantes y, al margen de motivaciones culturales y educativas, lo hablarán por motivos económicos.
En este plano, el director del Cervantes sostiene, basándose en diversos estudios, que «el estadounidense que habla inglés y español gana un promedio de 8.000 dólares más que el que sólo habla inglés». «Nunca hemos evadido la responsabilidad de que, además de en una cultura, estamos en una industria. Ahora mismo la lengua española representa un 15% del PIB en España, y cerca de 600.000 personas trabajamos en temas relacionados con el idioma».
Un certificado de enseñanza y apredizaje para toda la familia hispanohablante, aunque en la misma familia unos digan chévere y otros genial, y hasta cojonudo. Aunque los niños de Valencia digan «estar contento por algo» y los de Medellín digan «estar güete». Un acuerdo histórico para revalorizar aún más el valor del idioma, y no sólo en los territorios de la educación y la cultura... sino también en el del dinero.