«Ray no quiere hablar de Riders on the storm», advierten desde el séquito discográfico antes del encuentro marcado en un hotel londinense entre este periódico y el teclista Ray Manzarek, en pleno maratón promocional del doble CD Very best of... y reediciones remasterizadas de sus seis discos de estudio con material extra, que verán la luz mañana bajo la revisión de su productor original, Bruce Botnick.

El motivo del veto es la batalla legal emprendida por el ex batería John Densmore y los herederos de Jim Morrison cuando Manzarek y el guitarrista Robby Krieger reactivaron la lucrativa maquinaria bajo el bautismo de The Doors of the 21st century, reconvertida más tarde en Riders on the storm para evitar disputas sobre los derechos de uno de los logos más influyentes, y rentables, de la historia del rock.

Tampoco les ha amedrentado la marcha de Ian Astbury, el ex vocalista de The Cult y, a la postre, sucesor de Morrison, volcado ahora en el regreso de su vieja banda para concentrarse en «mi propio legado musical». Prestos y veloces para no perder hilo ante la avalancha de conmemoraciones de la efeméride, Manzarek y Krieger se han hecho con los servicios de un cantante de segunda fila, Brett Scallions, ex líder de Fuel, grupo de rock post-grunge estadounidense.

Una moda

Manzarek defiende su regreso a la escena musical por derecho propio, una moda que últimamente ha contagiado a un buen puñado de dinosaurios del rock. «The Who agotaron recientemente dos noches consecutivas en Los Angeles. La gente estaba como loca por ver a Roger Daltrey y Pete Townshend, dos miembros vivos que además compusieron la música. ¿Qué más pueden pedir? Espero que piensen lo mismo de Riders on the storm. Nos hemos reunido para interpretar los temas tal y como lo hacíamos en los años 60», proclama. No oculta, sin embargo, la existencia de un motor económico en la reedición de viejas glorias de la música.

«Hoy en día la gente que supera los 45 años tiene el dinero para comprar discos y permitirse entradas para conciertos. Pero los jóvenes también se acercan a nuestras actuaciones. Al fin y al cabo estamos ante la última década para disfrutar en vivo de grupos como Rolling Stones, The Police...».

A sus 68 años, Manzarek luce un envidiable aspecto jovial a pesar de que su clásica cabellera rubia ha dado paso a las canas. Recostado sobre el respaldo de un sofá, descalzo y con las piernas cruzadas, empieza a contar sus batallitas con Jim Morrison. «Después de hacernos amigos en el departamento de cine de la Universidad de UCLA nos reencontramos un día en la playa de Venice de Los Angeles. Él paseaba dentro del mar con el torso desnudo chapoteando en el agua y transformándola en pequeños diamantes reflejados sobre el sol...», recuerda e insiste en que el mensaje contestatario de The Doors sigue calando hondo en el público joven.

«La sensación de libertad de nuestra música da agallas a jóvenes atrapados en la sociedad. Eso es lo que representan The Doors: el intento de ser un hombre o una mujer libre en el planeta Tierra», sostiene antes de extrapolar su antibelicismo en la guerra de Vietnam a esta época: «Nuestro mensaje es más necesario que en los años 60 para romper el estrangulamiento al que nos someten, por ejemplo, nuestros políticos por llevar a EEUU a la guerra de Irak».

Impetu utópico

Manzarek cree que la nueva generación de roqueros no ha sabido heredar el ímpetu utópico de sus antecesores. «La mayoría han recogido nuestro guante para hacerse famosos, ni siquiera creo que sea por dinero. Pero me pregunto si habrá alguien que aspire a ser como Britney Spears y volverse tan loco como ella, ¡se ha vuelto majara!».

«Ya no escucho rock, prefiero el jazz, la música clásica o la electrónica. ¡Sí, ha escuchado bien, electrónica! Me gusta gente como Kruder and Dorfmeister, Chemical Brothers, Beck, Infected Mushroom. Ése es el camino del futuro y no descarto componer material propio», afirma Manzarek, cuyo amplio campo profesional se extiende a la novela, el cine y la producción de grupos como Echo and the Bunnymen.

El futuro pasa por seguir alimentando el regreso de The Doors bajo la cubierta de Riders on the storm, al menos durante las celebraciones de cuatro décadas de psicodelia y música, con 40 actuaciones en todo el mundo aún pendientes de confirmación. La gira comenzará en mayo en EEUU y llegará en junio a Europa.

Riders on the storm deja abierta la posibilidad de presentar «nuevas canciones» mientras se alimentan del legado de The Doors. Una herencia musical que, según Manzarek, ha sobrevivido al polémico retrato cinematográfico de Oliver Stone en 1991. «Fue un terrible homenaje a Jim Morrison. Pero sólo la música de The Doors nos ofrece al verdadero poeta y artista».