DARIO PRIETO
MADRID.-
Ni muy rara ni muy convencional, la música de Nacho Mastretta sólo cabe en el saco del estilo Mastretta: algo así como un jazz mediterráneo, juguetón y peliculero. Fiel a su condición de animal inclasificable, el músico acaba de montar un nuevo proyecto consistente en una big band con la que está lanzando un disco por entregas.
Todos los días 20 de cada mes, desde febrero y hasta junio, la banda se presenta en la sala Galileo Galilei de Madrid para tocar los nuevos temas. Unos días después Subterfuge publica el single del concierto y, «una vez que se llega a la quinta entrega, el oyente tiene el disco entero», como explica Mastretta.
El nuevo proyecto coincide con el lanzamiento de En el sol, un disco con DVD que recoge la actuación de Mastretta y su banda en la celebración del 25º aniversario de la sala El Sol de Madrid. Arropado por Pablo Novoa (guitarra), Ricardo Moreno (batería) y Miguel Malla (saxo), Mastretta recuperó temas clásicos, como El último habitante del planeta, Highballito y Reparto a domicilio.
Con respecto a su nuevo grupo, destaca la importancia del descontrol. «Una orquesta está llena de errores, y eso es maravilloso. Cuando trabajas solo, con la ayuda de herramientas informáticas, corres el riesgo de tener el control total. En cambio, de este otro modo te sientes menos importante». Además de sus tres compañeros de El Sol, participan en la banda Luca Frasca (piano), Pablo Navarro (contrabajo), Marina Sorín (chelo), Diego Galaz (violín), Marco Cresci (clarinete) y David Herrington (trompeta).
Muchos de ellos también forman parte de grupos hermanos, como Racalmuto, o acompañan en directo a miembros de la cuadrilla que se ha formado en torno a Mastretta. «No me gusta que me vean como el aglutinador de ningún movimiento. Si acaso, como el germen de algo que luego se ha ido desarrollando en varios frentes», corrige el intérprete.
Su música ha conseguido superar las barreras de las salas de jazz y visitar festivales de rock y auditorios de tamaño grande. «Yo creo que es porque todos guardamos en nuestro subconsciente algo de Beethoven, de Flaubert, de Leonardo da Vinci, pero no lo sabemos. Nuestra intención es abrir la espita para que todo esto salga de forma natural».
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