Lunes, 26 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6308.
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 CULTURA
VICTOR OCHOA / Escultor
«En mi obra hay teatralidad, pero no ambigüedades»
ANTONIO LUCAS

MADRID.- Por algunas ciudades se reparte la huella de sus manos en forma de escultura: Madrid, Salamanca, Barcelona... Víctor Ochoa (Madrid, 1954) es un alquimista de formas vivas, parte casi siempre en su trabajo desde los límites de la figura humana. El barro y el bronce son la herramienta. Y desde ellos ha interpretado el I Premio de Teatro Valle-Inclán convocado por El Cultural de EL MUNDO.

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Pregunta.- ¿Qué imagen se le impuso para dar rostro a este galardón?

Respuesta.- Inevitablemente Valle-Inclán fue el primero que se me apareció. Pero quería escapar del tópico. Hubiera sido fácil crear un premio que lleva su nombre desde lo particular de su rostro, ¿verdad? Así que opté por releer una de sus obras que más aprecio, Divinas palabras, y el personaje de Mari Gaila se impuso entonces con su rotundidad, con su carnalidad, con su desgarro.

P.- ¿Y cómo fue entonces el desarrollo de esta escultura?

R.- Siempre trabajo del natural, con modelos. Así he ido desarrollando este encargo. Me gusta que la gente que posa para mis esculturas se comporten también como actores que interpreten lo que les cuento, lo que necesito de ellos, hasta que llego a la clave de la pieza.

P.- De ahí, quizá, ese punto escenográfico de su obra...

R.- Puede ser. En mi caso hay mucho de teatralidad, pero no hay ambigüedades. Las esculturas se pueden ver y tocar. No hay tampoco términos medios en mi trabajo. A veces, si la escultura es dramática, tengo que partir de un teatro donde el dolor es muy dolor.

P.- En el caso de la pieza del Premio Valle-Inclán, ¿surgió como un hallazgo inmediato?

R.- No exactamente. Hice varios bocetos. Un galardón es algo... diría que requiere una forma elemental, incluso a veces hay que rechazar cosas que pueden ser mejores. En un compromiso así hay que ser directo y claro. Rotundo con lo que presentas.

P.- ¿En qué otras aventuras anda?

R.- Estoy preparando un torso de mi tío abuelo, el Nobel Severo Ochoa, para el Centro de Biología Molecular de la Universidad Autónoma de Madrid. Ése es el sitio natural para una escultura en su memoria.

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