El rey volvió ayer a tomar posesión de su territorio para poner fin a una racha, insólita desde 2000, de cinco carreras sin conocer la victoria. Un periplo en el desierto que se remonta al pasado mes de septiembre, cuando escuchó por última vez el himno de Italia en el podio de Malasia. Después subiría al cajón en las restantes pruebas (tres) hasta la fatídica caída de Valencia, la que le privó de su octavo cetro mundial.

Valentino Rossi enmendó ayer un desaguisado, que iba camino de convertirse en un desastre, para recuperar la senda de la victoria -la 46 desde la introducción de MotoGP en 2002- y, de paso, alzarse con el liderato del Mundial, pero privando a todos del esperado duelo cuerpo a cuerpo con el que será su más serio rival en el presente ejercicio. Los entrenamientos disputados a lo largo del fin de semana apuntaban a una igualdad que les llevaría juntos hasta la última curva. Pero Il Dottore no esperó a que la ansiada situación se produjera y puso el turbo al más puro estilo Raikkonen, quien llegó a confesar que en su debut esta temporada en Australia casi se duerme.

«Mi Yamaha ha volado y he sido capaz de hacer una gran carrera para terminar con una situación que ya duraba mucho tiempo. Es una victoria muy especial para mí y más en Jerez, delante de tanta gente», comentó Valentino, que como suele acostumbrar deleitó a los numerosos aficionados congregados con uno de sus habituales gag. Confesó que le había inspirado un partido de fútbol americano que vio por la televisión y fue entonces cuando se le ocurrió la idea de jugar una partida de bolos con su Fan Club. En la curva Peluqui, tiró de una tacada siete bolos humanos aunque hubo uno que se le resistió, el octavo, hasta que después de tambalearse durante unos segundos de tensión e intriga finalmente cayó. Todo una alegoría de lo que puede suceder esta temporada.

Pese a que Dani Pedrosa partía desde la pole e hizo una magnífica salida, Rossi lo superó antes de concluir la primera vuelta para no volver a ver nunca más el colín de la Honda del pupilo de Alberto Puig. Los virajes se sucedían, el italiano mandaba y el español soportaba con solvencia, aunque sin distracción, el acecho de Colin Edwards, compañero del heptacampeón del mundo. Si se observaba detenidamente los tres puestos de cabeza, la única diferencia entre una carrera de motos y una de Fórmula 1 era una cuestión de ruedas.

«Conseguí hacer una buena salida, no cometí ningún error y tuve una bonita pelea con Pedrosa, que sabía que iba a ser peligroso», explicó, aunque sembrando las dudas de los presentes, que le observaban ante semejantes declaraciones. Batalla, ¿dónde? «He tenido que darlo todo para que Valentino no se alejara demasiado durante las primeras vueltas. Luego, he ido un poco más lento que él, intentando concentrarme sólo en no cometer errores. He disfrutado de la carrera, aunque no haya podido luchar por la victoria. Me sabe un poco mal por los aficionados, ya que se les notaba muy entusiasmados», explicó el tricampeón del mundo, más acorde con lo visto por todos.

Tras ellos, Casey Stoner, Carlos Checa -partía desde la primera línea-, Toni Elías y John Hopkins peleaban por la cuarta plaza, aunque el estadounidense quedó descartado a mitad de carrera tras sufrir una caída. Elías conservó finalmente los honores. «Si hubiera realizado una buena salida, las cosas hubieran sido diferentes. Al principio he tenido problemas con las gomas ya que era un compuesto un poco duro, pero cuando han cogido más temperatura las he podido sacar el máximo rendimiento», señaló para recordar su victoria aquí en 2003 cuando, partiendo desde la tercera línea en el cuarto de litro, fue capaz de lograr la victoria.