Con esa voz cavernosa, rota por el tabaco, Gozalo ha prestado durante años un servicio encomiable al deporte, como debe esperarse de un medio público. En su programa siempre hubo minutos para que Costa Lluçà nos alumbrara sobre el trabajo a la sombra de los anónimos nadadores españoles o para que Leontxo García, desde algún confín del Este, nos descubriera al último genio de ese apasionante mundo del ajedrez. Lo hizo por deber y por vocación, para convertir a Radiogaceta en el refugio de quienes luchan lejos de los focos del prime time. Los que llegamos al deporte, sea en activo o en el periodismo, desde ese lugar, estamos en deuda con Gozalo.

Mientras el conductor de Radiogaceta ponía todo el sentimiento en el terreno más difícil, José Angel de la Casa, compañero del ente, atemperaba con sus comentarios la desbordante pasión que se apodera del fútbol. Era, en realidad, la medida justa para cada terreno, y es conveniente señalarlo aunque sea a contracorriente, en un momento en que lo peor de la televisión amenaza también con arrastrar a las retransmisiones deportivas.

De la Casa también se despide, como Gozalo y tantas otras voces con las que nos aficionamos y de las que aprendimos. Después de 240 partidos de la selección, el jefe de Deportes de TVE realizará el miércoles, en Mallorca, su última rentransmisión. Se marcha, como tantos compañeros de oficio, obligado por un Expediente de Regulación de Empleo muy político, y probablemente necesario con los números en la mano, pero que va a descapitalizar a la televisión pública, la única a la que se le puede exigir el servicio al deporte que no interesa a las privadas. De TVE debemos esperar algo más que la lucha por la audiencia. Está muy bien apostar por las motos, pero no convertirlas en lo único importante por el hecho de haber invertido una millonada. Eso es lo que hacen las privadas.

Con Gozalo, De la Casa, Luis Miguel López, Mari Carmen Izquierdo, Gregorio Parra, Carlos Martín y otros muchos, se va un estilo de hacer radio y televisión. Fue una generación a caballo entre la situación de monopolio y la liberación del mercado televisivo con la aparición de las privadas. Hay quien cree que les sobró mesura, y quienes estamos seguros de que, visto lo que viene, la echaremos de menos.