Los vientos que soplaron la semana pasada dieron un aspecto distinto al cielo madrileño, que lució más limpio y diáfano. Pero la contaminación, si sigue sin llover, volverá a teñir la ciudad, porque el mismo viento generó frío y se elevó el consumo de la calefacción. Pero no sólo hay contaminación afuera, sino dentro de las casas, y sobre todo en los grandes edificios de oficinas.
Varios estudios de la empresa Aire Limpio explican que la presencia de partículas nocivas en el aire que se respira en las oficinas es más concentrado que en el exterior, porque en los edificios se consume aire que pasa por ciertos filtros que no garantizan seguridad para la salud.
Los filtros de los sistemas de ventilación de los edificios retienen partículas de hasta 3 micras, pero las de 2,5 micras en adelante pasan libremente. Estas son las más perjudiciales. Al no reciclarse el aire que circula por los pasillos de las oficinas se acumulan y se mezclan con las partículas que se agolpan en alfombras y cortinas.
Según Tomás Higuero, de Aire Limpio, hay variaciones del llamado efecto sinérgico que no se han estudiado, por la unión de las partículas provenientes del exterior y las que se acumulan dentro de los edificios como varios materiales sintéticos, procedentes del desgaste de pinturas, maderas aglomeradas y barnices. Higuero explica que esta actividad crea atmósferas favorables para que las personas desarrollen enfermedades respiratorias, como alergias y asma, ya que una persona -de promedio- pasa un 85% de su tiempo dentro de un inmueble, ya sea su casa o una oficina.
En varias ocasiones, los edificios son focos de propagación de enfermedades producidas por virus, que van desde los catarros hasta la propagación de bacilos como la legionela, que fue diagnosticada por primera vez en 1976, en Estados Unidos, cuando ocurrió un brote de neumonía en una convención de la Legión Americana en Filadelfia. En 1995 enfermaron con lipoatrofia semicircular cerca de 900 trabajadores en un banco de Bélgica. Recientemente, en Barcelona, hubo una caso similar, cuando 165 trabajadores de Gas Natural padecieron los efectos de esta enfermedad.
Para demostrar que los sistemas tradicionales de ventilación de las edificaciones actuales no ayudan del todo a las personas que ocupan los pisos y oficinas, se debe tener en cuenta que un litro de aire en el exterior contiene un 95% de partículas menores a 2,5 micras, de las que no se pueden filtrar en los edificios. De ahí que la contaminación puertas adentro sea intensa, a niveles impresionantes.
«Tenemos evidencia de que la contaminación dentro de los edificios de Madrid es hasta cinco veces más fuerte que afuera, en la calle», asegura Higuera y aclara que el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid tienen sistemas de medición de los niveles de contaminación del aire en las calles, y que los resultados explican que en Madrid hay una contaminación muy pesada.
«Hay niveles de medición de la calidad del aire denominados ODA, que van del uno hasta el cinco, el último es el más fuerte. En varias zonas de Madrid se llega al nivel cinco», agrega este experto. Los principales contaminantes del medio ambiente son los residuos de combustión fósil, provenientes de los coches y los sistemas de calefacción.
Después están las obras de construcción. Madrid genera mucha contaminación con este sector dado el boom inmobiliario actual, que se mantiene desde finales de los años 90.
Para paliar los efectos de la contaminación ambiental, se ha creado un Código Técnico de la Edificación que regula los procedimientos para la construcción.