DANIEL UTRILLA. Corresponsal
MOSCU.-
Gari Kasparov, el ex campeón mundial de ajedrez reconvertido en fiero opositor a Vladimir Putin, tiene ante sí una partida realmente difícil frente al ejército de peones del Kremlin, un movimiento juvenil autodenominado Nashi (los nuestros), que ayer promovió una felicitación masiva al jefe del Estado con mensajes de móvil para «agradecerle» su gestión en el séptimo aniversario de su primera victoria.
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Mientras decenas de opositores eran arrestados el sábado en Nizhni Novgorod por la policía en el transcurso de una marcha de los disidentes (como titula Kasparov sus acciones desafectas por toda Rusia), unos 15.000 militantes de las juventudes falderas del Kremlin, se dieron cita ayer en 800 puntos de Moscú para repartir folletos y animar a la ciudadanía a felicitar a Putin y agradecerle, entre otras cosas, «el no haber entregado a los americanos el control de la petrolera Yukos y de nuestros recursos». «Los mensajes críticos que no sean constructivos» serán desechados, advirtieron con antelación los jóvenes. Alimentados por el Kremlin, algunos analistas comparan ya a los imberbes de Nashi con los chicos del Komsomol, el movimiento juvenil del Partido Comunista de la Unión Soviética.
Empeñados en identificar el menor atisbo de crítica al poder con el extremismo, los jóvenes putinistas llaman abiertamente «fascistas» a todos los movimientos que nutren la dispar oposición enfrentada al Kremlin, desde los neobolcheviques hasta los liberales de Yabloko (uno de los escasos partidos rusos auténticamente democráticos, según los baremos de Occidente), pasando por el ex primer ministro Mijail Kasianov, que se postula como candidato único de oposición en las presidenciales de marzo de 2008. Con un lenguaje populista más propio de la Guerra Fría, los chicos de Nashi aseguran que los «extremistas» quieren «que el país se derrumbe» con la ayuda de los norteamericanos. Para evitarlo, animan a la población a hacer piña en torno al presidente con el fin de evitar posibles revoluciones como las que estallaron durante sendos procesos electorales en Georgia y Ucrania, en 2003 y 2004, respectivamente. Durante su movilización de ayer, los jovenes putinistas repartieron tarjetas SIM de móvil destinadas a ser activadas en caso de revuelta contra el poder.
Sin embargo, tanto el ejercicio de obediencia cívica orquestado por Nashi como su dialéctica populista se revelan innecesarios, debido a la nula capacidad de influencia de la dispar oposición que, agrupada en el movimiento La Otra Rusia, carece de acceso a los principales medios de comunicación. El 3 de marzo, otra marcha de los disidentes que reunió en San Petersburgo a 5.000 personas se saldó con 50 arrestos.
En sus viajes por las regiones, Kasparov critica la inoperancia de las autoridades para evitar tragedias como el incendio que se cobró el sábado la vida de 10 jóvenes en una discoteca de Moscú. Cuatro días antes, el fuego mató a 62 personas en un asilo de ancianos cerca del mar Negro, un día después de que 108 mineros perecieran en Siberia por una explosión de grisú.
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