Lunes, 26 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6308.
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Las elecciones más disputadas de la historia de Quebec
Los conservadores del territorio francófono de Canadá han sabido aprovecharse del hastío provocado por el tradicional bipartidismo
RUTH MOLINA. Especial para EL MUNDO

TORONTO (CANADA).- Las elecciones provinciales que se celebran hoy en Quebec pueden dar lugar, según todas las encuestas, a un hecho insólito en la historia de este territorio francófono de Canadá. Si se cumplen los pronósticos, los quebequeses votarán a su primer Gobierno en minoría desde finales del siglo XIX.

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Hasta la fecha, liberales y soberanistas se han turnado en el Ejecutivo de la antigua colonia francesa, mientras que los conservadores apenas han constituido una fuerza marginal en una provincia con mayor protección social que en el resto del país.

Sin embargo, el candidato Mario Dumont, al frente del partido Acción Democrática de Quebec (ADQ), ha sabido aprovecharse del hastío provocado por el bipartidismo para enviar un mensaje que da prioridad a la economía de la provincia. En un reciente acto electoral, este candidato conservador declaró: «La autonomía de Quebec necesita de una mayor descentralización del Estado canadiense, que es lo que queremos realmente, pero no es necesaria la independencia». Los sondeos señalan que liberales, soberanistas y conservadores obtendrían alrededor del 30% de los votos.

Los quebequeses votaron un referéndum de independencia en 1995 y el no a la secesión ganó entonces por un ajustado margen. Los secesionistas francófonos, lejos de conformarse con el resultado, han reiterado en numerosas ocasiones la necesidad de volver a convocar un referéndum. André Boisclair, candidato del Partido Quebequés al Gobierno provincial, ha anunciado repetidas veces su intención de convocar otra consulta popular. En noviembre de 2005, Boisclair ganó las primarias de su partido con apenas 39 años, tras una peculiar trayectoria que incluye estudios en Harvard y coqueteos reconocidos con la cocaína. Desde entonces, el líder soberanista ha contado con ganar holgadamente las elecciones de hoy, objetivo más que factible dada la pérdida de popularidad del Partido Liberal debido a sus numerosos casos de corrupción.

El declive de este grupo político quedó en evidencia el pasado enero de 2006, cuando el conservador Stephen Harper se convirtió en primer ministro de Canadá después de 13 años de Gobierno liberal.

Tras referirse a las elecciones provinciales como un plebiscito sobre el futuro de Quebec en Canadá, en las últimas semanas los separatistas se han visto obligados a aparcar la retórica secesionista. El motivo de este viraje ha sido el peligro real que representa un tercer e inesperado rival, el ya mencionado Mario Dumont. Si nadie consigue mayoría absoluta, la primera opción sería que Dumont apoyara a Charest, del Partido Liberal, ya que ambos comparten la idea de un Canadá unido.

Sin embargo, la prensa también especula con un pacto entre liberales y soberanistas. Esta última opción ha provocado que los hasta hace poco encarnizados rivales hayan prescindido de grandes ataques entre ellos, después de ver que el descontento de la población ante el discurso oficial no hace sino beneficiar a Dumont.

La semana pasada, el primer ministro de Canadá, el conservador Harper, anunció un nuevo presupuesto nacional que incrementará considerablemente el poder recaudatorio de la provincia de Quebec. Esta descentralización fue muy criticada por otras provincias del país, que acusaron a Harper de querer pagar así el apoyo que el Bloque Quebequés le ofrece en Ottawa.

En los últimos meses, se había especulado con la posibilidad de que los soberanistas de Quebec retiraran su apoyo a Harper días antes de las elecciones provinciales, para así escenificar una ruptura que podría ser electoralmente rentable. Lo único cierto es que el incremento de transferencias fue rápidamente aplaudido por los socios soberanistas del primer ministro y que los conservadores seguirán al menos un año más gobernando la nación en minoría.

Fue el mismo Harper el que llevó adelante una moción parlamentaria que reconocía a la provincia francófona como «nación dentro de Canadá» en noviembre del año pasado. Esta decisión tenía como objetivo acceder a las reivindicaciones del Bloque Quebequés y a la vez evitar que los soberanistas capitalizaran este reconocimiento mediante una moción similar que estaban a punto de llevar al parlamento nacional.

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