Lunes, 26 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6308.
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La policía egipcia, a patadas con la oposición al referéndum
Rice dice que cada país «tiene su manera de aplicar la democracia» y que a veces «se hace conforme a sus circunstancias culturales»
JAVIER ESPINOSA. Enviado especial

EL CAIRO.- El semanario Al Ahram aseguraba en su última edición que las fuerzas antidisturbios egipcias han comenzado un curso de familiarización con los Derechos Humanos bajo los auspicios de la ONU. La manifestación que se desarrolló ayer en El Cairo demostró que los alumnos continúan sin captar el significado de tal concepto.

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Cuando el primer incauto que se personó en la simbólica plaza Tahrir intentó desenrollar la pancarta que portaba los uniformados le convencieron a bofetadas de la inutilidad de tal veleidad democrática. El régimen egipcio confirmó, sin embargo, que su fuerte son las matemáticas. Sigue aplicando esa regla aritmética que le lleva a movilizar a más de 50 policías por cada manifestante que presupone acudirá a la cita.

Así, la protesta contra el referéndum constitucional que convocó el singular movimiento blogger de Egipto y la agrupación Kifaya (Basta) reunió a menos de un centenar de personas, mientras que las autoridades enviaron casi un millar de agentes.

El vano ejercicio de los opositores se zanjó en poco más de media hora. Lo que tardaron los policías en disolver a los jovenzuelos -y por ende a periodistas e incluso a algunos turistas extraviados que pasaban por el céntrico enclave- a patadas y mamporros.

Así, bajo el respeto más estricto a los modos democráticos -según los códigos propios de las autoridades locales- concluyó la efímera campaña electoral sobre el polémico referéndum constitucional al que hoy están convocados 35,8 millones de egipcios, que, como escribía el diario The Daily Star, «supone otro paso en el largo proceso de convertir una democracia constitucional en una autocracia».

«Con estas reformas, a menos que Dios se apiade de nosotros, el futuro de este país es oscuro», declaró Mahdi Akef, el líder del principal partido opositor, los Hermanos Musulmanes.

La agrupación islamista, al contrario que los bloggers y Kifaya, ha decidido boicotear en silencio la convocatoria sin movilizar a sus decenas de miles de seguidores. Para Akef votar resulta inútil porque el sufragio «será un fraude ciento por ciento».

De hecho, y como se vanagloriaba ayer el columnista Mohsen Arishie del periódico oficialista The Egyptian Gazette «el ministro de Educación Yousri el Gamal ha anunciado el resultado del referéndum con tres días de antelación», estimando que la asistencia a las urnas llegaría a los 36 millones de votantes, un espectacular guarismo que les permitiría superar el 100% del registro electoral.

La anterior modificación del texto constitucional que se votó en mayo de 2005 registró, según las cifras oficiales, una tasa de asistencia del 53%, cuando los observadores independientes dijeron que no había pasado del 3%.

De visita en Egipto, la secretaria de Estado de EEUU, Condoleezza Rice se sumó a la exhibición democrática del presidente Hosni Mubarak y, horas antes de que los agentes vapulearan a los congregados en El Cairo, afirmó que «cada país tiene su propia manera» de aplicar esos preceptos. «Algunos lo hacen de acuerdo a sus circunstancias culturales», llegó a decir. Y todavía continuó afirmando que los cambios políticos tienen «altos y bajos».

Efectivamente, boca abajo terminaron varios de los casi 20 manifestantes que al intentar oponerse a su detención fueron acarreados por los pies hasta el camión policial que se los llevó arrestados.

«Matar la esperanza»

Cerca de 300 personas se congregaron también para protestar contra la iniciativa del mandatario en El Arish, en la península del Sinaí, y varias docenas en Ismailiya. El sábado el partido Wafd congregó a 400 seguidores con el mismo motivo en Suez.

Como reconoció Akef, los opositores a Mubarak se encuentran sumidos en una profunda depresión. «Han matado la esperanza», señaló el dirigente islamista. Una postura que comparte la plétora de bloggers de inspiración izquierdista que han surgido en los últimos años en este país y hasta ahora se significaban por su creciente activismo político.

«Antes seguía un compás, pero ahora estoy perdido. Antes estaba robando mi libertad de la boca de este monstruo, perro o como quieras llamar al régimen. Conseguía forzar la libertad de expresión en internet. Pensé que estábamos consiguiendo algo pero estaba equivocado. Nos aplastaron sin problemas», manifestó Wael Abbas, de 32 años, uno de los principales bloggers locales.

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