Lunes, 26 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6308.
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Golpes bajos
JAVIER ORTIZ

Llevo años rebelándome contra la arraigada costumbre celtibérica de contestar a una acusación con otra. Es el muy castizo: «¡Pues mira que tú!». Acostumbro a insistir en que, cuando alguien reprocha algo a otro, lo correcto es que ese otro responda debidamente a la crítica. Y luego, y sólo luego, que saque a relucir su propia lista de cargos.

Pero no hay manera.

Durante los últimos meses hemos asistido a la conversión de este feo vicio en pie forzado del debate diario entre los dos principales partidos políticos de la escena española. Lo han llevado a extremos de auténtico bodrio, desagradable a fuerza, a gritón y monocorde.

¿Qué provoca tal abuso del pues-mira-que-tú, más allá de los límites de la imaginación y de la no muy acrisolada categoría de los principales intérpretes de la farsa?

La explicación hay que buscarla en la superabundancia de materia prima. Como ninguno de los dos partidos ha querido nunca limpiar sus establos -no les gustan los Hércules-, toda la porquería que se lanzan acaba resultando de ida y vuelta.

El PSOE dice: «Cada día aparecen más casos de corrupción urbanística en los que están implicados responsables del PP». Y el PP responde: «¿Y la ristra de escándalos que jalonaron vuestro paso por el poder, algunos de los cuales aún colean?» A lo que el PSOE replica: «¡Ya veréis cuando se aclaren los negocios de Zaplana! ¡Cómo nos vamos a divertir!» Y los de la calle Génova se mofan: «¡Eso será si no os pillan cobrando los restos de las obras del AVE!»

Cambia de tercio el PP y echa mano de los GAL: «¿Queréis que hablemos de la que montasteis en aquel tiempo?». La respuesta no se hace esperar: «¡Pero si los primeros que no quisisteis que se profundizara en ello fuisteis vosotros! En cuanto Aznar llegó a La Moncloa, lo primero que hizo fue negarse a desclasificar los papeles del Cesid. ¡Os servisteis de ello para llegar al poder y a continuación lo dejasteis en el olvido!».

«¡Hay censura en Telemadrid!», denuncia el PSOE. El eco es inmediato: «¿Hacemos un repaso a vuestra TVE, cuando Julián Sancristóbal abría los telediarios?»

Se pasa a la historia de las frustradas negociaciones con ETA, y tal cual: que si Aznar hablando del «movimiento vasco de liberación», que si Zúrich, que si tu acercamiento de presos y el mío, que a ver quién ha hecho más para que De Juana esté como está, etcétera.

La lista es inagotable. Si se trata de la politización de la Justicia, tres cuartos de lo mismo. En materia de política exterior hay algunas diferencias, pero tirando a recientes: si se vuelve la vista al pasado, sobran las armas arrojadizas en todas las direcciones. Lo mismo que en política de inmigración. Lo mismo que...

¿Cómo esperar una pelea aceptablemente limpia y honrada de púgiles que tienen a su disposición tantas posibilidades de recurrir a los golpes bajos?

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