¿Quién nos defiende de este fiscal general?
Sr. Director:
Su artículo de ayer, Advocatus diaboli, creo que es, probablemente, uno de los más duros que usted haya realizado con objeto de reivindicar la protección de la libertad y de la independencia judicial en el Estado de Derecho. Usted describía con acierto el decálogo de pruebas que demuestran cómo la actuación de ese cargo, puesto a dedo por Zapatero, ha venido muy bien a los intereses de ETA.
Solo o en compañía de otros, bien podría ser Conde-Pumpido candidato al título de abogado del diablo, por obviar informes policiales para la ilegalización de Batasuna, renunciar a recurrir el caso Atutxa, oponerse a las resoluciones del juez Grande Marlasca contra el brazo político etarra, destituir al fiscal Eduardo Fungairiño, respaldar el recurso de Henri Parot sobre redención de penas, mostrar un enorme pasotismo sobre el chivatazo policial a ETA, su oposición al embargo de las Herriko Tabernas, rebajar su petición de cárcel para De Juana Chaos, impulsar su excarcelación, y, finalmente, retirar la acusación contra Otegi.
El comportamiento de Conde-Pumpido y su condescendencia con el mal llamado proceso de paz del Gobierno -que no es más que una cesión ante el terrorismo de ETA-, podría llegar a considerarse que rompe la debida separación de poderes ejecutivo, judicial y legislativo que, en cualquier democracia, es básico y fundamental. Ante comportamientos así, cabe cruzar los dedos para que nunca se haga real la peligrosa sentencia de Senne: «Donde no hay justicia, no hay libertad; y donde no hay libertad, no hay justicia».
David García García. Madrid.
La bandera republicana no ataca la legalidad
Sr. Director:
Exhibir banderas republicanas está amparado por los artículos de la Constitución que consagran la libertad ideológica y la libertad de expresión, según una sentencia de la Sección 9ª de la Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Madrid.
La sentencia, fechada el 15 de diciembre de 2003 y notificada el 14 de enero de 2004 a las partes, da la razón a IU, que denunció una resolución del Ayuntamiento de Torrelodones (Madrid), gobernado por el PP, que ordenó retirar la enseña tricolor de un chiringuito montado por la coalición de izquierdas durante las fiestas patronales de julio de 2002. El tribunal estima que la citada resolución municipal «es contraria al ordenamiento jurídico, en cuanto vulnera los derechos fundamentales previstos en los artículos 16.1 y 20.1.a de la Constitución Española».
Por el contrario, la simbología fascista, tanto en banderas u otras formas, sí que es ilegal. Y lo es porque no les protegen los artículos y leyes referentes a la libertad ideológica o de expresión, sino todo lo contrario. Según un formalismo tan puro como absurdo, igual que es legal la ideología, expresión y militancia republicana debería serlo también la fascista. Pero esto no es así por una razón material, es decir, de contenidos: los fines republicanos y sus medios no tienen nada que ver con los fascistas.
Mientras que el republicanismo aspira a la democracia, la libertad y la paz, el fascismo es la negación absoluta de estos conceptos.
Sandra Sánchez Núñez. Cádiz.
La publicidad es un reflejo de la sociedad
Sr. Director:
A propósito de la reciente campaña publicitaria de ciertos diseñadores italianos, la publicidad sexista vuelve a ser objeto de debate. Me pregunto si no hay cierta demagogia e hipocresía cuando se tratan temas de esta índole.
Para comprender a qué me refiero basta con dirigirse a esa gran aportación que es la televisión. La imagen de la mujer se ha adaptado a nuestros tiempos. Y las empresas publicitarias han creado un nuevo estereotipo que se podría denominar la mujer perfecta. Se trata de esa mujer, independiente, con trabajo remunerado, que, además de tiempo para dedicarse a las tareas del hogar, tiene tiempo para estar siempre perfecta y en línea.
Por no hablar de la ya arraigada costumbre de utilizar el cuerpo de la mujer para promocionar cualquier tipo de producto.
La publicidad es un reflejo de la sociedad, y no cambiará hasta que cambien definitivamente los valores.
Eider Berganza. Correo electrónico.