«Nacido en tierra dura no pudo tener raíces aunque nunca se sintió desarraigado. Algo le queda de la infancia que debió haber sido y no fue, pero sí fue querido siempre». Hace unos meses cuando un grupo de amigos se unió para elaborar un libro en homenaje a Antonio Palomares, nadie podía barruntar su pérdida, aunque ahora estas palabras, impresas en la portada, puedan sonar a despedida. En un mes una enfermedad sin auxilio le quebró la resistencia de toda una vida.
El histórico dirigente comunista, referente de la Transición, deja a menos el amparo de unas memorias inéditas que dan fe de que en su caso la ideología fue mucho más que una opción política. Hijo de un artesano zapatero, se exilió a Francia con su familia en 1939. Allí colaboró con la resistencia francesa contra la ocupación nazi y comenzó su militancia en el PCE. En 1956, Santiago Carrillo lo envió a España para organizar el partido junto a Julián Grimau.
En la clandestinidad, un trabajo de representante de libros le sirvió de cobertura para contactar, casa por casa, con los compañeros comunistas. En 1967 se establece en Valencia. La Policía da con él, tras la caída de la dirección de CCOO. Le torturan de manera salvaje y lo mantienen detenido varios meses, hasta su liberación por una intensa campaña internacional.
De aquel martirio le quedaron a Palomares lesiones de las que nunca se recuperó. Un parte médico confirmó después que tenía «apófisis espinosas en las cervicales y las primeras dorsales soldadas entre sí» fruto de las torturas, que provocaron el arqueo, visible e irremediable, de su espalda.
Diputado en el Congreso entre 1977 y 1982, fue uno de los padres del Estatuto de Autonomía de la Comunidad Valenciana. Treinta años después, el Gobierno autonómico le premió con la Alta Distinción de la Generalitat. Fue el primer secretario de los comunistas valencianos y una figura clave en la creación de la Junta Democrática del País Valencià y en la Taula de Forces Polítiques i Sindicals.
Posiblemente, el sufrimiento físico y personal forjaron un carácter para algunos duro, que se ha desmitificado con el tiempo. Si algo no le faltó a Palomares fueron los amigos, dentro y fuera del PCE. Miembro del Club de Encuentro, sus ideales, su firme convicción de que otro mundo es posible, nunca le privaron de la amistad y del respeto de sus compañeros.
Su última aparición pública se produjo el pasado 17 de febrero, en la presentación del Compromís pel País Valencià, la coalición que agrupa a Esquerra Unida y Bloc en las elecciones del 27 de mayo. Para él no se habían acabado las batallas.
Antonio Palomares, primer secretario general del PCPV, nació en 1930 en Robledo (Albacete) y murió el 24 de marzo de 2007 en Valencia.