Seis novillos de Santos Alcalde correctos de presencia, flojos y deslucidos en líneas generales pese a su nobleza.

Francisco Javier, que sustituía a daniel Cuevas, lesionado: silencio tras dos avisos y silencio tras aviso. Joselito Adame: silencio tras dos avisos y ovación con saludos. Pepe Moral: ovación con saludos en su lote.

Plaza de Las Ventas, un tercio de entrada en tarde soleada y fría.

MADRID.- Cuando el pasado mes de septiembre Pepe Moral se hizo con el Zapato de Oro, concedido al triunfador de la prestigiosa Feria de novilladas de Arnedo, era, para muchos, un completo desconocido.

Las dudas sobre la triunfal aparición de este joven eran muchas y por eso no cabía más que esperar a los inevitables compromisos en la plazas de primera categoría. Ayer, Pepe Moral pasó la prueba más dura, la de la plaza más importante del mundo y demostró que la obtención del Zapato de Oro no fue casualidad.

El sevillano salió a por todas y protagonizó un bonito pique en el tercio de quites con Joselito Adame. Ya con su primero, Moral comenzó el trasteo con tres pases cambiados por la espalda con gran quietud, antes de iniciar la interpretación del toreo fundamental.

El novillo, pese a su nobleza, no era fácil, pues lanzaba un derrote a mitad de muletazo debido a su falta de fuerzas. El diestro templó a la perfección con la mano derecha y logró dos tandas de mucho mérito. Con la mano izquierda surgieron los mejores instantes del festejo, con gran empaque y profundidad, pero el animal fue perdiendo fuelle y los muletazos perdiendo intensidad.

El reiterado fallo a espadas de Moral, unido a un alargamiento excesivo de su trasteo impidieron que su buen hacer tuviera mayor premio.

En el sexto destacaron las verónicas de recibo, ganando terreno, así como un quite posterior, ya que en la faena, que tuvo detalles sueltos, el animal se vino abajo y no pudo redondear triunfo.

Si Pepe Moral fue el triunfador de la pasada Feria de Arnedo, Joselito Adame hizo, para muchos, el mejor toreo de ese ciclo. El mexicano se llevó un tremendo susto en su primero, que le prendió al matar y le atravesó la chaquetilla con el pitón. Clavó con acierto y mucho riesgo en sus dos novillos y el sincero esfuerzo realizado con su lote tuvo poca respuesta de un público excesivamente frío. Adame merece ser visto otra vez en Madrid.

Por su parte, Francisco Javier, uno de los destacados del pasado año, apenas pudo brillar y fue silenciado al final de sus faenas.