IVAN TUBAU
Definitivamente, por ahora -en el periodismo las verdades definitivas son siempre transitorias- el Julio Camba catalán es Xavier Pericay. El parangón lo estableció Valentí Puig al presentar el libro Progresa adecuadamente, subtitulado Educación y lengua en la Cataluña del siglo XXI. Pericay, como aquel periodista que llenó de excelencia la primera mitad del siglo XX, superó un ramalazo juvenil anarquista, ha ido evolucionando hacia la derecha (suponiendo que el anarquismo fuera de izquierdas) y ha desembocado en Abc. No crean que olvido la similitud más importante: habiendo sido Camba gallego y siendo Pericay catalán, uno y otro escriben muy bien en español -como dijo en su día el catalán Félix de Azúa Comella, los catalanes no sabemos escribir en castellano pero sí en español- y transitan por lo que Gasset y Ortega llamaron la cortesía del filósofo.En el caso de Camba y Pericay, la del periodista: la claridad.
Quien lea Progresa adecuadamente lo comprobará. Es una colección de artículos que juntos forman -ya dice el diccionario que esa es su función- un conjunto articulado. Que sintetiza con rara perfección el título del libro y que es también el de un artículo (páginas 51-53) donde el autor desempolva un informe escolar de su hija, que en 1995-1996 estaba en tercero de primaria y tenía 15 años. En las nueve materias del primer trimestre, que van de Lengua Catalana a Educación Física pasando por Matemáticas y otras seis, la niña obtiene invariablemente esta evaluación: progresa adecuadamente. Antaño había suspensos, aprobados, notables, sobresalientes, matrículas de honor... Se respetaba el principio de autoridad y se premiaba el esfuerzo.
Ya lo adivinan quizá, pero por si acaso Pericay lo aclara aún más en la Carta a mi padre que a modo de prólogo abre el libro: la educación en Europa, en especial en España «y, dentro de España, de forma notable en Cataluña», es un auténtico desastre, propiciado por el buenismo de la izquierda machihembrado contra natura (esto lo añado yo) con el fanatismo nacionalista catalán: «Sin la feliz conjunción de la izquierda y el nacionalismo -cito ahora a Pericay- todo esto no habría ocurrido.» Y acude al argumento de autoridad de Hannah Arendt, «poco sospechosa de conservadurismo» según él, al constatar que a mediados del pasado siglo ella ya había dicho que una educación que renuncia a la autoridad y a la tradición renuncia su propia naturaleza.
Porque me place situarme todavía en la izquierda civilizada, si es que eso quiere aún decir algo, me niego a comer foie o a ir a los toros. Negar evidencias como las que enumera Pericay a lo largo del libro es más difícil. Si lo leen comprobarán que parece poco probable que este chico progrese adecuadamente en dirección Frankfurt gratis total como representante de la cultura catalana: no sólo pone a caldo la concepción educativa del nacional-suquerismo, sino que lo hace en español. ¿Recordará Bargalló que el interfecto escribió también en catalán? Con Ferran Toutain, Verinosa llengua.Por ejemplo.
ivan.tubau@uab.es
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