«Ya están aquí Los Toreros Muertos, ya están aquí muertos, muertos». Pues sí. Parece que el grito de guerra de una de las bandas míticas de la post-Movida volverá a repetirse, en unas gargantas no tan jóvenes, cierto, pero algo es algo. Porque Pablo Carbonell, Guillermo Piccolini y Many Moure resucitan a Los Toreros Muertos a golpe de recopilatorio y de gira de grandes éxitos.
«Seguimos estando muertos. Hemos vuelto a resucitar sin caer en el zombie. Como si nos hubiesen descriogenizado», explica Carbonell. El actor, músico, presentador y performer en general reconoce abiertamente lo que les ha devuelto a los escenarios: «No tenemos repertorio nuevo ni nada nuevo que contar. Vamos a vivir de la nostalgia».
Así que se toman en serio el retorno. «Imagínate. Si no hemos ensayado nunca, vamos a empezar ahora», suelta Moure. «A lo mejor en la prueba de sonido podemos mirar un tema, el más difícil», propone Piccolini. «Lo suyo es hacerlo en plan maricón el último, a ver quién acaba la canción antes», remata Carbonell.
El responsable de este regreso es el teclista Guillermo Piccolini. «Yo no diría responsable. Di mejor que es culpa suya», corrige Carbonell. «Mira, cuando tienes un grupo como éste y ves que dos de tus discos están descatalogados y los otros dos son inencontrables, te planteas sacar una recopilación como ésta que es bastante divertida. No hay más motivo que ése. Y, bueno, divertirnos nosotros un poco», relata el teclista.
«Yo no quería hacer esta recopilación», confiesa en un momento Carbonell, «pero Guillermo me convenció enseñándome los temas. Y yo noté la vigencia e incluso la necesidad que tiene la sociedad de ver que había gente que hacía cosas delirantes dándole la espalda a la propia sociedad. Nuestra actitud era política. Nos parecía todo deleznable».
Así pues, los nuevos Toreros Muertos entran a matar, y lo hacen en plan salvadores del rock. «Volvemos porque vemos que los jóvenes quieren conseguir un trabajo en un banco desde pequeños. Cuando estás mayor y derrotado, pues vale, pero con 17 años...», argumenta Piccoli.
Los Toreros Muertos se formaron en 1985 de la unión de un gaditano (Carbonell) y dos medio argentinos (Piccolini y Moure). Un año después publicaron su primer álbum, 30 años de éxitos, que contenía uno de los himnos borrachuzos de la época: Mi agüita amarilla. A continuación publicaron Por Biafra (1987), a choteo de los discos solidarios, Mundo caracol (1989) y Cantan en español (1992), su álbum de despedida. En el camino, una ristra de temas como Yo no me llamo Javier, On the desk, Manolito, Soy falangista o Tu madre tiene bigote, incluídos todos en el recopilatorio.
Después de la corrida, los toreros se dispersaron: Carbonell como estrella mediática, Moure como alborotador nocturno desde la sala Ya'stá y Piccolini con sus grupos Pachuco Cadáver y Venus.
Sin embargo, y con lo grandotes que son, parecen de nuevo veinteañeros al oírles hablar. «Es que en Colombia éramos como los Rolling Stones» (Carbonell). «¿Os acordáis de las groupies? Yo encontré la agenda el otro día» (Moure). «Vivíamos para comer y tocar en directo. Lo de los discos era un parto» (Piccolini).
Tras la retirada de la cuadrilla, el ruedo del pop humorístico ha quedado casi vacío. ¿Algún sustituto? Cri-cri, cantan los grillos en la sala. «Astrud», contesta una voz por el fondo. Y ya.
Así que habrá que esperar a los conciertos de los nuevos Toreros Muertos para escuchar estrofas como ésta: «Y creo que he bebido mas de 40 cervezas hoy y creo que tendré que expulsarlas fuera de mí» (Mi agüita amarilla). «Si había que emborracharse, nos emborrachábamos con el público», recuerda el cantante. «Imponíamos el ritmo de bebida en los conciertos. Yo salía con mis cervezas y me las iba jalando». ¿Y volverán a ser 40? «Volverán a caer 40. A lo mejor ahora toca una sin, una light, pero 40».