CARLOS E. CARBAJOSA
PALMA.-
Los jugadores de la selección de Islandia pasaron la mañana de ayer jugando al golf, mientras los responsables de su expedición compraban material deportivo porque sus maletas se habían ido a otro aeropuerto, el de Las Palmas. Cosas de las maletas con alas propias. La selección española no jugó al golf, pero sí manejó otros palos, los que le arreaba la prensa. Luis y especialmente sus chicos salieron molidos del avión que les trasladó por la mañana desde Madrid a Palma de Mallorca. Cuando entrenaron por la tarde, la lluvia se cebó con el equipo. Todo parece oscuro e incómodo en torno al equipo nacional, al que mañana dirigirá Luis en su partido número 36 con la intención de pegar un volantazo en la curva más dura que le ha tocado negociar desde su llegada al cargo.
Las dos sensaciones de más peso que pasan por el cuerpo del seleccionador son la rabia y la seguridad en sí mismo. Pese al vagón de puntos negros con los que ha llegado hasta este momento de su carrera en el banquillo nacional, no pasa por su cabeza marcharse, y mucho menos pasar a la historia como el primer entrenador que no consigue meter a la selección en un gran torneo por primera vez en 15 años. «Me siento decepcionado, pero fuerte. Pero no renuncio a seguir dando guerra», confesaba ayer un hombre que no cree haber perdido el control y el respeto del vestuario y que se siente respaldado por los jugadores, pese a todo.
Luis seguía ayer dando vueltas al por qué del paupérrimo fútbol de su equipo el pasado sábado ante Dinamarca. Él estaba convencido de que el Santiago Bernabéu iba a sacar bastante de lo mejor de su escuadra, como ya ocurriera hace un par de años frente a Inglaterra (para él, el partido más completo que ha disputado España bajo su dirección). Le duele muchísimo haber fallado al Bernabéu, un lugar que él estaba convencido de que significaría un punto de partida, una escala en el decepcionante viaje que se inició tras la derrota con Francia en el Mundial de Alemania.
Albelda, uno de los menos afortunados en el encuentro con Dinamarca, es junto a Iker el termómetro más fiable de lo que ocurre en el vestuario. «Tenemos que hacer algo para seguir ilusionando a la gente. Tenemos que ganar a Islandia, pero algo más, aunque los tres puntos nos permitirán tener un poco de más tiempo para reconducir la línea». El portero entiende que no sólo la afición española es la que se debe sentir decepcionada por el mal juego: «Somos los primeros que no estamos tranquilos. El fútbol español se merece otros tres puntos, pero también un juego que ilusione».
Centrocampistas.
Y si alguien no inventa en unas horas otro método, el fútbol, bonito o feo, pasa por el centro del campo, lugar al que se dirigieron los lamentos de Luis después del frío triunfo sobre los daneses. Los nombres de Xavi, Iniesta y Xabi Alonso se pusieron en solfa en la rueda de prensa que Luis ofreció tras el partido. El seleccionador ha dejado un teléfono para aludidos y algunos de ellos lo han utilizado. Tanto Xavi como Xabi Alonso aclararon conceptos con Luis. Ninguno se siente damnificado por lo ocurrido en el Bernabéu.
Ocurre en la selección que los futbolistas son los primeros en admitir que llevan un tiempo sin ofrecer 90 minutos para sacar nota. El que más alto ha puntuado es precisamente el más chiquito, David Silva, que no saca pecho, pero espera jugar de nuevo ante Islandia.
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