Martes, 27 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6309.
ESPAÑA
 
CRISIS ANTITERRORISTA / Presión nacionalista
Un líder del Foro Ermua agredido por nacionalistas ante la Ertzaintza
Antonio Aguirre recibió una patada en los testículos cuando iba a comparecer como acusación al Palacio de Justicia para asistir a las declaraciones de Otegi y del 'lehendakari' Su guardaespaldas entregó al agresor a la Ertzaintza, que lo soltó sin pedirle el DNI
MARCOS IRIARTE

BILBAO.- Lo de ayer fue para Juan José Ibarretxe «una especie de teatro sin pies ni cabeza» del que salió «muy tranquilo». Pero no fue así para todos. Su segundo interrogatorio ante el juez, imputado por un presunto delito de desobediencia, empezó y terminó con un rosario de insultos hacia los dos colectivos cívicos que representan la acusación particular en el caso -el Foro Ermua y Dignidad y Justicia- por parte de quienes respondieron a la convocatoria del PNV para arropar al lehendakari.

Los abuchearon, primero, los simpatizantes de Batasuna que acudieron a respaldar a Arnaldo Otegi y Rufino Etxeberria y, después, los afines al lehendakari. Uno de estos últimos traspasó la barrera de las descalificaciones y agredió salvajemente a Antonio Aguirre, miembro del Foro Ermua, que, tras perder el conocimiento unos instantes, tuvo que ser escoltado por la Ertzaintza hasta un hotel y, posteriormente, ser atendido en una ambulancia. Mientras yacía en el suelo, algunos simpatizantes de Ibarretxe -los menos- siguieron increpándole: «Muérete, hijo de puta», «fascista».

La agresión a Aguirre se produjo poco después de que el lehendakari llegara al Palacio de Justicia de Bilbao para dar cuenta de sus contactos con la ilegalizada Batasuna. Eran las 12.00 horas. Mientras aún sonaban los aplausos de las casi 1.500 personas que secundaron la llamada del PNV en solidaridad con Ibarretxe, los integrantes de los dos colectivos cívicos salieron de un hotel próximo al Palacio con la intención de acceder a él, entre un coro de insultos.

La Ertzaintza les paró en la esquina de acceso a la puerta principal, mientras la gente les silbaba. La Policía autonómica les instó a dirigirse de nuevo, calle abajo, hasta la puerta trasera para que no se repitieran los enfrentamientos verbales con los manifestantes que los miembros del Foro Ermua ya padecieron durante el primer interrogatorio a Ibarretxe, el 31 de enero.

La comitiva, ya entre gritos de «fascistas» y «provocadores», no llegó a recorrer ni la mitad del trayecto cuando varios de los presentes se les acercaron en actitud amenazadora, algunos blandiendo sus paraguas.

En ese momento se vivieron las escenas más tensas. Tal era la confusión que un ertzaina que les custodiaba llegó a pegar a un simpatizante de Ibarretxe que se acercó con intención, presuntamente, de agredir a los miembros de los colectivos. Cuando este exaltado, de poco más de 20 años, pareció calmarse, se produjo la agresión a Aguirre.

Sin tiempo a reaccionar, otro de los manifestantes a favor del lehendakari, ataviado con una chaqueta verde, propinó una patada en los genitales a Aguirre, que cayó al suelo. Según relató después a EL MUNDO, todavía «conmocionado», llegó a perder el conocimiento unos instantes. Un escolta consiguió asir al agresor y retenerlo hasta que la Ertzaintza se hizo cargo de él. Pero, según el agredido, se le dejó en libertad «sin tomarle siquiera la filiación».

Antonio Aguirre, Iñaki Ezkerra, vicepresidente del Foro Ermua, y Sonsoles Arroyo y Daniel Portero, fundadores de Dignidad y Justicia, interpusieron denuncias por insultos, amenazas y agresiones contra el atacante (al que se puede identificar en fotografías y grabaciones), contra los responsables «políticos y morales» de esta agresión y contra «quienes le han dejado escapar».

En este clima de confusión previo, un ertzaina instó a Portero -al que también agredieron en la espalda, tal y como consta en el informe del forense que acompaña su denuncia- a quitarse la camiseta con la bandera española que vestía, por ser, según Portero, una «provocación». Él se negó. Tras permanecer unos minutos en el suelo, Aguirre consiguió incorporarse y, con la ayuda de sus compañeros y escoltado por la Ertzaintza, logró llegar al hotel. Viente minutos después le atendió una ambulancia. «Franco no me calló, ETA tampoco y estos nazis no me van a callar», dijo.

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