Martes, 27 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6309.
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Juicio por una masacre / Día 19
Lavandera y otro testigo declaran que Toro vendía dinamita a ETA
El confidente asturiano asegura que dos policías le amenazaron de muerte a él y a su mujer si lo contaba / Ratifica que en 2001 ya buscaban bombas con móviles
MANUEL MARRACO

MADRID.- El tribunal del 11-M hizo recuento ayer de otros dos avisos que recibieron las Fuerzas de Seguridad sobre el tráfico de explosivos que Antonio Toro y Emilio Suárez Trashorras tenían montado tres años antes de la masacre. En esta ocasión, las declaraciones de dos testigos protegidos tuvieron otro punto en común: que Toro vendía dinamita a ETA. El primero en declarar puso la voz a su compañero de prisión José Antonio Fernández Díaz, Nayo, que se encuentra huido.

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Mientras el confidente asturiano confirma que Toro le habló de que vendía explosivos a ETA, el inspector 'Manolón' asegura que hasta después del 11-M Suárez Trashorras no le dio información sobre 'El Chino'. La declaración del que fuera jefe del grupo de Estupefacientes de la Comisaría de Avilés continúa hoy.

Ambos se hicieron «uña y carne» en prisión, y allí supo que Nayo había denunciado a la Policía que Toro tenía montada una red de tráfico de explosivos que incluía a ETA. Posteriormente, el propio testigo acompañó a Nayo a denunciarlo ante la Guardia Civil.

El Instituto Armado elaboró un informe tras visitar al testigo en prisión, en el que se puede leer: «Tiene conocimiento de que han vendido cantidades importantes de explosivos y que hace unos meses unos jóvenes que pertenecían a ETA realizaron negociaciones para adquirir éstos, si bien al parecer, la intención que tenían era quitárselos y no comprarlos. A los miembros de ETA Antonio les conoció cuando estuvo interno en la prisión de Villabona».

El testigo insistió ayer en varias ocasiones en cuál era su única fuente de información: «Siempre según Nayo, ¿eh?».

La declaración del testigo Francisco Javier Lavandera insistió en esa supuesta relación entre ETA y Toro. Eso sí, la información más rotunda la recibió por boca de su cuñado Trashorras. «Me dijo que tenía 400 kilos de explosivo para vender y que si quería participar. Avisé a la Guardia Civil y me dijeron que volviera a preguntar. Volví a preguntar y me dijo que ya sólo le quedaban 200». «¿Le dijo que la otra mitad la había vendido a ETA?», le preguntaron. «Sí», respondió.

A diferencia del anterior testigo, Lavandera sí llegó a ver los explosivos. «Fue en el verano de 2001. Entonces me lo tomé en serio y denuncié por primera vez en la comisaría de Gijón. Era de día, una tarde de mucho calor. Estaban en el maletero del coche. Lo que más me extrañó es que llevaba detonadores cerca de los explosivos. En los explosivos ponía Goma 2 ECO».

Aunque no llegó a confirmarle ninguna venta, el propio Toro le dijo que tenía contactos con la banda. «Me dijo que podía ganar mucho dinero si le llevaba explosivos al País Vasco, como correo. Me dijo que tenía contactos con ETA y que yo podía ganar mucho dinero».

La organización terrorista también apareció en otra conversación con Toro. «Me dijo en una ocasión que quien supiera montar o detonar bombas a través de teléfonos móviles podía ganar mucho dinero. Que ETA estaría dispuesto a pagar mucho dinero por esa tecnología».

Pese a sus declaraciones, el propio Lavandera quiso restar verosimilitud a las palabras de Toro. «No creo que hayan tenido relación con ETA», y añadió: «Es que Toro presumía de su relación con ETA. Más bien creo que fue un alarde, una chiquillada».

El testigo protegido dijo ayer que dos personas que se identificaron como policías le amenazaron de muerte a él y a su mujer si mencionaba ante el juez esa relación de Toro y ETA. Su mujer falleció ahogada en una playa de Gijón, y él acabó recibiendo fotos de su cadáver. También denunció que le tendieron una emboscada a su coche y que alguien intentó ponerle un explosivo en el vehículo.

En las primeras conversaciones que mantuvieron, Lavandera ya había oído hablar a Toro de los explosivos, pero se lo había tomado «a broma». Hasta que vio aquel maletero lleno de Goma 2 ECO. Inmediatamente fue a informar a la comisaría de Policía de Gijón. «No me tomaron en serio. Empezaron a reírse y me dijeron que sería algún minero con cuatro cartuchos. Que me fuera y que quedaba ya en manos suyas».

Sucedió unos días antes de que Toro fuera detenido en la operación Pípol. Cuando Lavandera comprobó que esa operación no estaba relacionada con explosivos, sino con droga, decidió intentarlo con la Guardia Civil. Allí su denuncia tuvo más suerte. Al menos al principio. El agente de Información Campillo -que también compareció ayer y ratificó las palabras de Lavandera- se tomó en serio sus palabras, grabó todas las informaciones y se las transmitió a su superior. Pero, de nuevo, la operación se orientó hacia el tráfico de drogas, por lo que el grupo de Información de Campillo, responsable de terrorismo, quedó apartado del caso.

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