O. TORRES
BILBAO.-
Antonio María Aguirre es un hombre de otros tiempos, un economista licenciado en la Universidad de Deusto, defensor del cheque solidario que el País Vasco debería pagar para compensar su mayor renta y las ventajas que le proporciona el Concierto Económico. Es un dirigente socialista que ya no lo es, el único miembro del Comité Nacional del PSE que el 17 de septiembre de 2005 se abstuvo en la votación de la ponencia política con la que Patxi López inició su carrera a la reelección.
El hombre del día tiene cierta facilidad para llamar la atención. En aquel comité, además de protagonizar la única abstención, fue el único que pidió la eliminación del término 'vasquista' y las críticas a la política del PP recogidas en el documento. Aguirre defendió el Pacto Antiterrorista en un ambiente poco propicio, aunque dentro del partido en el que milita (o no, porque el PSE dice que le ha echado) desde hace 30 años.
El vocal del Foro Ermua es un hombre de otros tiempos en el PSE, aunque fue presidente de la Agrupación de Leioa hasta el año 2005, secretario de Organización de los socialistas vascos entre 1979 y 1982, teniente de alcalde de la localidad vizcaína y miembro del Comité Nacional del PSE durante 25 años. En mayo de 2005, el Foro Ermua anunció su incorporación a la dirección del movimiento cívico y destacó sus esfuerzos en favor de la colaboración PSE-PP para construir una alternativa al nacionalismo.
En el verano del año pasado, Aguirre cometió su mayor pecado: fue uno de los firmantes de la querella contra los socialistas Patxi López y Rodolfo Ares por la reunión que mantuvieron con una delegación de Batasuna en San Sebastián. Después, fue expedientado y expulsado.
El 31 de enero, su imagen con el puño en alto, frente a los concentrados por Ibarretxe en su primera declaración le hizo famoso ante el gran público. Ayer, recibió el 'premio' por aquel simbólico gesto.
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