RUBÉN AMON. Corresponsal
PARIS.-
Nicolas Sarkozy se despidió ayer del Ministerio del Interior con las pretensiones indisimulables de cambiar de acera.
Resulta que la sede de la Presidencia francesa, el Elíseo, se encuentra frente a las dependencias que el propio líder del partido gubernamental (UMP) ha ocupado durante cuatro años de ejercicio autoritario, propagandístico y bastante eficaz.
Y es que el candidato Nicolas Sarkozy, méritos o reproches al margen, había interpretado que el despacho del Interior representaba su gran oportunidad para legitimar la candidatura a la Jefatura del Estado. No sólo porque la agenda comprometía las grandes preocupaciones de la ciudadanía (desde la seguridad hasta la inmigración o el terrorismo). También porque la contundente respuesta policial a las revueltas callejeras de noviembre de 2005 fue interpretada positivamente por la mayoría de sus compatriotas.
Nicolas Sarkozy admite haber dejado cosas pendientes, pero se vanagloria del deber cumplido y presenta unas estadísticas que concilian la disminución de la delincuencia, el retroceso de la inmigración, la aprobación de una severa ley de extranjería y el impulso de una ley que castiga enérgicamente a los delincuentes menores de edad reincidentes.
El expediente sarkozyano, sin embargo, se convirtió ayer en motivo de discordia electoral. Empezando por Ségolène Royal, rival de las filas socialistas y autora de un retrato que distorsiona la autocomplacencia del ministro saliente: «Ha aumentado la delincuencia de masas, ha crecido la cólera en los barrios marginales y no se han tomado medidas en profundidad. Éste es el verdadero balance del señor Sarkozy».
El señor Sarkozy en cuestión deja su plaza a François Beroin, cuya tarea en el Ministerio de Territorios de Ultramar en nada se parece a la responsabilidad que implica ocupar la plaza del famosísimo colega. Primero, porque Nicolas Sarkozy es un sujeto insustituible. En segundo lugar, porque François Beroin, político de la órbita del presidente francés, Jacques Chirac, tiene bajo su responsabilidad la organización del proceso electoral (que celebrará su primera vuelta el 22 de abril y la segunda y definitiva el 6 de mayo). Y, en último término, porque suya sería la responsabilidad de capear los contratiempos que pudieran sacudir estos meses de interinidad en Interior. Incluidos los riesgos de un atentado a gran escala que se ha venido mencionado sottovoce en los ambientes políticos y mediáticos de Francia.
El recambio oficiado ayer con lagrimones y demagogia concede notoriedad y forma a una remodelación del Gobierno de Dominique de Villepin.
Xavier Bertrand, portavoz de Sarkozy en la campaña, deja el cargo de Sanidad a Philippe Bas, mientras que Beroin entrega su cartera a Hervé Mariton, un político allegado a la cuerda del primer ministro galo.
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