Pastillas para adelgazar, ansiolíticos, antidepresivos, metadona... el estómago de Anna Nicole Smith, la ex-modelo de Playboy que soñaba con Marylin, parecía una farmacia. Así lo ha certificado Charlie Tiger, jefe de policía de Fort Lauderdale, en una rueda de prensa convocada ayer, para hacer público el resultado de la investigación en torno a la muerte de Smith.
Obsesionada con su físico, se había inoculado hormonas del crecimiento y vitamina B-12 en un muslo. Las inyecciones le provocaron una infección, que trataba con Tamiflu y Cipro, dos antibióticos añadidos a la panoplia de drogas que lamían sus venas. «Todas drogas legales», subrayó Tiger. Una gripe contribuyó a debilitarla aún más y el cóctel fue letal. Smith amaneció muerta en su habitación del Hard Rock Hotel & Casino de Hollywood, Florida, el pasado 8 de febrero.
«Hemos estudiado centenares de horas de grabación registradas por las cámaras del hotel y no vimos nada extraño. También analizamos el ordenador de Howard Stern [abogado y marido de Smith] y no encontramos nada», comentó Tiger. El forense encargado del caso, Joshua Perper, fue contundente. Anna Nicole murió de forma accidental, mientras dormía, a consecuencia de una ensalada de fármacos. Aquellos que veían fantasmas en su deceso, los enamorados de las teorías conspirativas y los medios que cubrieron el caso como si fuera un asunto de Estado, deberán conformarse con un atestado de acero, limpio como un cuchillo. Los análisis demuestran que la mano homicida jamás exisitió.
La espiral demenciada en la que Smith vivía terminó por conducirla junto a su difunto esposo, J. Howard Marshall, un multimillonario que dejó casi 1.600 millones de herencia, objeto de una disputa judicial que ya dura una década. Smith también siguió a Daniel, su hijo, muerto a los 20 años de sobredosis. Daniel había viajado a las Bahamas para conocer a Dannielynn Hope, su hermana recién nacida, y amaneció muerto en el sofá de la habitación de su madre. Según los allegados, la modelo jamás logró recuperarse. La pérdida del primogénito la dejó noqueada, a merced del laboratorio portátil que viajaba con ella.
El culebrón Smith continúa. Hace unos días un alemán compró en subasta sus diarios. 282.500 y 230.000 dólares pagó, respectivamente (211.911 y 172.530 euros), por los manuscritos correspondientes a 1992 y 1994. Veintiseis entradas, de enero a agosto, contiene el primero, y 30, de enero a junio, el segundo. Ambos serán vendidos a los medios de comunicación a finales de año, con un precio estimado de un millón de dólares.
Entre tanto Frederic Von Anhalt, marido de Zsa Zsa Gabor, hizo entrega de una muestra de ADN. Anhalt, de 59 años, sostiene que mantuvo durante casi una década un romance clandestino con la modelo, y afirma que la hija de Smith, Dannielynn, es suya. El valor de la niña, que ahora tiene seis meses, no equivale a decenas, sino cientos, de millones de dólares, caso de que los jueces finalmente estimen que tiene derecho a recibir parte de la herencia de J. Howard Marshall. Larry Birkhead, un supuesto antiguo novio de Smith, y Howard Stern, que figura en el certificado de nacimiento de Dannielynn, también reclaman su paternidad.