Martes, 27 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6309.
OPINION
 
Editorial
IRLANDA DEL NORTE: DESAPARECIDO EL TERROR, CUALQUIER ACUERDO ES POSIBLE

Apurando la fecha límite establecida por el Gobierno de Londres, el líder de los protestantes del Partido Democrático Unionista (DUP), el reverendo Ian Paisley, accedió a encontrarse con el de los católicos del Sinn Fein, Gerry Adams, y alcanzar un acuerdo histórico para gobernar y gestionar la autonomía de Irlanda del Norte juntos.

Pocas noticias podrían ser tan halagüeñas para Tony Blair cuando faltan pocos meses para que deje Downing Street. Blair ha visto en los últimos cuatro años cómo su figura política se veía lastrada por la invasión de Irak. Sin embargo, si abandona el Gobierno convertido en el artífice de la pacificación definitiva de Irlanda del Norte, eso le reservaría con todo derecho un lugar de honor en los libros de Historia.

Ningún otro gobernante se ha implicado de forma tan personal para cerrar con éxito un conflicto arrastrado durante casi cuatro décadas. «Todo lo que hemos hecho en los últimos diez años ha sido una preparación para este momento», afirmaba ayer el primer ministro con evidente alegría. Y no exageraba. Incluso parece que sus conversaciones sobre religión con el reverendo Paisley han sido decisivas para mover a este último a romper su máxima de que «nunca jamás» se sentaría «con un partido de terroristas».

Paisley, que hasta anteayer era conocido por su retórica de enfrentamiento, ha explicado el acuerdo asegurando que «no debemos permitir que nuestra aversión por los horrores y tragedias del pasado se conviertan en una barrera para crear un mejor y más estable futuro». Una frase que demuestra que, cuando el terrorismo desaparece, los acuerdos más inverosímiles pasan a ser posibles, y que bien podría repetirse algún día en España siempre y cuando ETA siguiese los pasos del IRA y renunciase definitivamente al terror sin contraprestaciones políticas.

El hecho de que Paisley y Adams se hayan sentado casi codo con codo es por sí mismo un hito excepcional. Con todo, resulta un tanto temerario lanzar las campanas al vuelo antes de ver cómo se desarrolla el acuerdo.

Porque, en el fondo, todo va a seguir separando al DUP del Sinn Fein, excepto el poder. Si Paisley y Adams no hubieran pactado ayer con éxito, tanto Blair como el primer ministro irlandés, Bertie Ahern, hubieran cumplido sus amenazas. Por un lado, habían anunciado que disolverían la Asamblea e Irlanda del Norte perdería sine die su autonomía. No era un farol, tal y como se comprobó en octubre de 2002 cuando se restableció el gobierno directo de Londres a raíz del escándalo de espionaje del IRA en Stormont. Por otro, la peor amenaza para Paisley era que el Gobierno irlandés recuperase una mayor voz en los asuntos del Ulster.

De momento, una de las condiciones de los unionistas para el acuerdo ha sido la de postergar seis semanas la devolución de la autonomía. El retraso no ha sentado bien a los impacientes del Sinn Fein, pero servirá para que este matrimonio hasta hace poco imposible idee un programa de gobierno conjunto. Sólo el tiempo dirá si lo de ayer fue algo más que una memorable foto.

 © Mundinteractivos, S.A.