RAUL DEL POZO
Antes de que se disolvieran los dogmas, en los tiempos en los que el viento del Este iba venciendo al viento del Oeste, hubo en Europa una banda con porsche, apoyada por Jean Paul Sartre. Era el grupo Baader-Meinhof que llenó de sangre las calles. Años después los héroes de aquella fuerza turbulenta «fueron suicidados». De aquella epilepsia bárbara quedan supervivientes, entre ellos, la mujer más violenta de Alemania. Se llama Brigitte Mohuhant, activista de la segunda generación de la Fracción del Ejército Rojo, dirigente del Otoño Alemán. Empujaba dulcemente un cochecito de bebé para que se detuviera el automóvil del dirigente de la patronal alemana, a quien inmediatamente acribilló a balazos. Acaba de salir de la cárcel por decisión de la audiencia de Stuttgart. «Esto no es un perdón. Se basa en consideraciones legales». Las palabras de los jueces intentan contrarrestar la indignación que se ha avivado después de que la viuda del empresario haya pedido que no dejen en libertad al asesino de su marido.
Brigitte ha pasado en la cárcel 24 años, casi la mitad de su vida, pero hay que destacar que la rubia peligrosa tiene un gran currículo. Vivió una libertad breve pero intensa en su hermosa juventud, practicó el amor libre en las comunas de los sesenta, asaltó bancos, mató a banqueros, protagonizó tiroteos, secuestros, huelgas de hambre, después de que cayera el primer batallón al mando de Andreas Baader, delincuente callejero. Los de la banda Baader-Meinhof mataron a treinta y dos personas y tuvieron 20 bajas.
Nunca pidió perdón. «Nunca hay que intercambiar mimos con el Estado», dijo. La han soltado porque ya no existe riesgo para la seguridad. La política ha sido su vida, su intimidad, su error y su duda. Trabajará en un taller de componentes de automóvil. La chica que mató con sus propias manos a un banquero, a un dirigente de patronal e ideó el secuestro de la Lufthansa no se equivocó sola; le ayudaron intelectuales de referencia en la Europa turbulenta de los 70: Sartre, Grass, Genet, muchos más. Jean Paul Sartre, el gusano de la conciencia, el vampiro fáustico, a la tercera edad se metió en las barricadas, tuvo de chofer a uno de la banda y rechazó el Premio Nobel para exigir la libertad de los 11 terroristas presos. Luego visitó a Baader en la prisión y dijo: «Es un estúpido increíble y tarado». A buenas horas mangas verdes, que decían los pícaros cuando llegaba tarde la Santa Hermandad.
Esta señora que está para excursiones del Imserso se dejó colgar las piernas en el abismo de la utopía, como los ahorcados. Sobrevivió a los ahorcamientos voluntarios o inducidos, en aquel GAL temprano. Si hubiera tenido éxito tal vez habrían hundido el capitalismo alemán, pero se confirmó el pensamiento de Mao: son las masas las que hacen la Historia. Ahora, las masas son conservadoras.
La revolución estallará cuando las gambas aprendan a silbar.
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