La evolución del Homo Sapiens no se detiene en el siglo XX. Pero en el siglo XXI, su desarrollo corre peligro.La inteligencia por sí sola ya no basta; tomar conciencia es el nuevo eslabón evolutivo.
El científico Eudald Carbonell calcula que, en los próximos cien años, el número de especímenes del género humano se reducirá en un 50 o en un 60%. Lo cual no convierte al investigador en fatalista. Según explicó ayer durante la presentación de su ensayo El naixement d'una nova consciència (Ara Llibres), «cabe reconocer la fragilidad de la situación para salvar a nuestra especie».
En este sentido, y en referencia a los medios de comunicación que han puesto en duda la palabra de los últimos estudios, Eudald Carbonell fue tajante: «No se puede negar la realidad; los que cuestionan el conocimiento científico están colaborando a asesinar a nuestra propia especie».
Es la primera vez en la historia que se dan dos crisis estructurales a la vez. Una demografía insostenible -superior a los 6.000 millones de individuos en el planeta-, y la incapacidad de llevar a cabo un intercambio energético, son pruebas más que suficientes para anunciar la desaparición de gran parte de la población, según el autor. El intento de algunos países por apoderarse de las materias primas para asegurar sus propia sostenibilidad provocará en breve «conflictos gravísimos», dijo Carbonell. La miseria y las nuevas enfermedades, así como las modificaciones biológicas, se encargarán del resto.
Extinción anunciada
De este modo, su pronóstico no apunta hacia una extinción en masa, al contrario. Y precisamente porque esta es la crónica de una degradación anunciada, cabe actuar anticipadamente. Mediante la conciencia y la solidaridad. Para que la nueva especie sea «más humana».
Respecto al calentamiento global, Carbonell reconoce que los humanos no han sido los responsables del cambio climático; sin embargo, sí han participado en la aceleración del proceso. Tal vez, con la conciencia crítica que reivindica, las cosas hubieran ido de otra manera.
Tercero de una tetralogía, El naixement d'una nova consciència pretende llamar la atención sobre la necesidad de aceptar lo que se nos viene encima y actuar en consecuencia. Para ello, Carbonell utiliza una metáfora: en el tronco de nuestra especie, las ramas están enfermas, pero queda una hoja débil en una de ellas. Mantener esa hoja puede hacer rebrotar el árbol. De ahí que el investigador cree necesario convertir la ciencia en pensamiento.Ya no sirve la filosofía clásica, tampoco la Ilustración. «Cuando has quemado el combustible, tienes que regenerarlo», dijo. Hay que tomar conciencia de los cambios y de su incidencia, según Carbonell, quien deja la inteligencia como un paso ya dado: «Pensar no tiene sentido sin acceso al conocimiento, y éste ya lo tenemos».