El director de casting de la ya indudable gran noche del teatro español, Luis María Anson, se ganó con creces la cena (que, por cierto, apenas probó entre votación y votación) del I Premio Valle-Inclán de Teatro: las interpretaciones fueron sentidas y realistas, y el reparto de tal lujo y amplitud que los nombres de todos los personajes públicos que por allí pasaron podrían no caber en este texto.
Por orden de aparición, sorpresivamente, fueron Miguel Porlan 'Chendo' y Fernando Hierro, ambos de un moreno nada invernal, los primeros en dejarse caer por el festejo. Luego llegaría Emilio Butragueño, así que la representación realista fue nutrida en el Real.
A continuación, de una tacada, casi siglo y medio de escenarios: Pepe Rubio, La Chunga, Paco Valladares y Joaquín Kremel, justo antes de Pedro Osinaga. El gran teatro del mundo comenzaba a representarse: Eduardo Vasco, director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, aparecía con su secuaz el crítico Miguel Ayanz, comentando los dos los fastos de la Noche de Max Estrella, que se celebró paralelamente por las calles más castizas de la capital.
El frío hacía estragos y destrozaba peinados a la entrada del Real. Mercedes Lezcano, viuda de Adolfo Marsillach y candidata por el PSOE en Madrid, aparecía a la vez que la directora Tamzin Townsend, y que Pepe Sacristán, y que Cayetano Martínez de Irujo, con muletas por un desafortunado accidente.
Emma Suárez y Aitana Sánchez-Gijón, rivalizando en elegancia, se encontraban en la entrada y se abrazaban como dos hermanas que llevaran años sin verse. Ponía la nota torera Enrique Ponce, con su mujer, Paloma Cuevas, acurrucada del brazo, y la aristocrática la Condesa de Romanones, Aline Griffith, inevitable el mechón blanco. Volviendo al bando plebeyo, Leticia Sabater llegaba a la vez que toda una Sara Montiel, y se armaba el taco con la llegada al alimón de monstruos de la escena española del jaez de Antonio Ozores, Andrés Pajares y Juanito Navarro.
Acechaba ya a los famosos Jesús Mariñas junto a los fotógrafos en la segunda planta del Real. Con víctimas como la mismísima ministra de Cultura, Carmen Calvo, a quien espetaba Mariñas: «¡Qué pendón eres Carmen!» -y ella sonreía picarona-. El toque posmoderno llegaba con los espectrales David Delfín y Bimba Bosé (ella, de lo más David Bowie), que hicieron de clá de Calvo antes del discurso de despedida: «¡Ahí, Carmen, ahí!», gritaban divertidos.
Pero para gamberra (dicho sea con cariño), Massiel: lógicamente, entre los hermosos tapices del Teatro Real (aparentemente tesoros de tiempo) estaba prohibidísimo fumar. Pues ella nada: rezongando, se levantaba de la mesa de vez en cuando y se acercaba a una esquina para entregarse en cuerpo y alma a la nicotina.
En el capítulo familiar, Terelu Campos y su madre, la genuina María Teresa Campos, llegaban casi a la par que la eterna chica ye-yé Concha Velasco y que el empresario teatral Enrique Cornejo. De hecho, el sector de los productores privados estuvo representado por Jesús Cimarro, Enrique Salaberría y Alejandro Colubi. Posando ante los fotógrafos, Esperanza Aguirre (que llegó un poquito «tarde, si es que llego siempre tarde», se decía a sí misma a la entrada, medio sonriente) cogía de la mano a Jorge de Esteban, presidente de la editora de este diario, UNEDISA, y soltaba a la concurrencia: «¡Mi profesor de Derecho Constitucional! ¡Cuánto tiempo!».
Pero es que la retahíla es interminable: el poeta Carlos Bousoño compartió mantel con el catedrático Darío Villanueva, y Lina Morgan y el productor Enrique Cerezo hicieron lo propio con el alcalde Ruiz-Gallardón, el presidente de Feima, Jesús Rey; el consejero de Hospitales de Madrid, Juan Abarca, y el director de EL MUNDO, Pedro J. Ramírez.
Del ámbito de la TV y el cine, asistieron Mauricio Carlotti, jefazo de Antena 3; Pedro Pérez, jefe de los productores, y el incombustible Valerio Lazarov. Pero es que el reparto de la función fue aún más extenso en lo actoral: Assumpta Serna, Magüi Mira, Emma Ozores, María Fernanda D'Ocón, Paca Gabaldón...
Por si acaso había que cantar algo, allí estaba el afamado director de musicales Jaime Azpilicueta... Y efectivamente hubo que cantar: justo cuando Echanove celebraba el premio desde el estrado bajo una lluvia de flashes, un tenue cumpleaños feliz fue tomando forma hasta ponerse en pie de la mesa de autoridades: Pedro J. Ramírez cumplió el lunes pasado 55 años, y con él lo celebraron Calvo, Aguirre (la instigadora de la felicitación), Gallardón y demás.
Al lado, observaban la escena divertidos el director general del INAEM, José Antonio Campos; el ex jefe de la Casa Real Sabino Fernández Campo; el Defensor del Pueblo, Enrique Múgica; el Consejero de las Artes de Madrid, Santiago Fisas; la directora de El Cultural, Blanca Berasátegui, y el vicepresidente de UNEDISA Paolo Carrer. La comedia, claramente coral, bajó el telón a medianoche.