El Museo Guggenheim de Bilbao celebra su primera década de historia con una exposición espectacular de Anselm Kiefer, «el artista europeo más importante de la última década o más», en palabras del director de la Fundación Guggenheim, Thomas Krens. Paisajes de después de la batalla, constelaciones mágicas y gigantescos libros de plomo han ocupado buena parte de las salas del museo, empezando por una gran pintura de 15 metros de altura, creada especialmente para el atrio del centro.
Esta antología se incluye también en los actos de los 150 años de la creación del BBVA, patrocinador de la muestra, que permanecerá abierta hasta el próximo 2 de septiembre y de la que es comisario Germano Celant.
El propio Kiefer acudió ayer a la presentación. Enjuto, sobrio y vestido totalmente de negro -aunque calzando sandalias con calcetines-, el artista alemán agradeció la disposición del museo: «Una vez que concibo la idea se inicia en mí un proceso que a veces es doloroso. Sin embargo, este museo ha proporcionado un nivel óptimo para el desarrollo de mis ideas», explicó el artista alemán.
Nacido en 1945 en Donaueschingen, en la cuna del Danubio, Alselm Kiefer se convirtió en uno de los artistas más polémicos de la segunda mitad del siglo XX al confrontar temas del pasado de Alemania, como el Holocausto judío con la cábala, la filosofía, la mitología y la religión.
En sus obras ha mezclado la dureza del plomo con la ligereza de las flores, la materia viva con la ceniza, y la pintura con el óxido. Su utilización de los materiales y las formas le aproximan en cierto modo a Miquel Barceló, a quien se suele situar como una de sus referencias.
Desde 1993 Kiefer vive con su familia en el pueblo francés de Banjac, donde ha adquirido diversas edificaciones para crear su mundo particular. Este espacio es de suma importancia para entender la obra reciente del artista, hasta el punto de que la muestra incluye un aula que reproduce el mundo de pasadizos y espacios en los que trabaja el pintor y escultor.
«Trabajar aquí ha sido como tener mi estudio vacío para iniciar una obra totalmente nueva. Me hubiese gustado montar mi taller aquí», señaló el artista. «En Barjac», añadió, «monto carcasas en torno a mis esculturas. Aquí, en cambio, he hecho al revés: he realizado la obra de acuerdo con el edificio».
Las referencias a la poesía de Paul Celan son una de las principales constantes dentro de las pinturas y esculturas, sobre todo las que reproducen los paisajes nevados y desolados de Alemania, o las sillas vacías que dan fe de los ausentes.
«Hay dos posibilidades de pensar el mundo», apuntó Kiefer durante su presentación, «como idea y como configuración de la idea. Respecto a la relación entre idea y materia, no creo que la idea esté por encima, sino que el espíritu también está en la materia, se extiende. Algo así como un conocimiento gnóstico o platónico».